¿Consiguieron escapar?

Una balsa de chubasqueros y peleles con pelo humano: Paco Jiménez recuerda la mítica fuga de Alcatraz de Frank Morris y los Anglin

Paco Jiménez analiza los detalles más curiosos de Alcatraz, la cárcel más famosa de la historia que ahora quiere reabrir Trump. En este vídeo, recuerda la mítica fuga que pone a prueba el mito de que era imposible escapar de la prisión.

Paco Jiménez analiza los detalles más curiosos de Alcatraz, la cárcel más famosa de la historia que ahora quiere reabrir Trump. En este vídeo, recuerda la mítica fuga que pone a prueba el mito de que era imposible escapar de la prisión.

Donald Trump estaría planteándose reabrir Alcatrazy Paco Jiménez desvela los secretos de la prisión más famosa del mundo.

El periodista de investigación recuerda la leyenda alrededor de la fuga de Frank Morris y los hermanos Anglin, que desaparecieron de sus celdas de Alcatraz la noche del 11 de junio de 1962 y desde entonces se desconoce su paradero.

La fuga la planearon durante meses, "ampliando el conducto de ventilación que estaba debajo de cada retrete con una cuchara afilada que habían robado en el comedor", explica Paco. Convirtieron el espacio superior en un taller clandestino, donde construyeron una balsa a base de utensilios robados, como chubasqueros.

Después salieron del edificio por los conductos de la cocina y, tras saltar dos cercas, aprovecharon un "punto ciego" para hinchar la balsa con el fuelle de un acordeón. El día siguiente, los guardias de la prisión descubrieron en sus celdas unos peleles que habían construido con papel maché, agua, jabón y pelo recogido de la peluquería de la cárcel. "Eran falleros", comenta Quique Peinado.

Días después aparecieron en la bahía de San Francisco restos de la balsa, un palo que habían utilizado como remo y la cartera de uno de los presos fugados. El caso se cerró diciendo que se habían ahogado, pero nunca aparecieron los cuerpos.

En 2013, el FBI recibió una carta firmada por uno de los hermanos Anglin diciendo que todos consiguieron llegar a la costa y que, aunque los otros dos ya habían muerto, él seguía vivo. Tras realizarle pruebas caligráficas, el FBI no pudo ni confirmar ni desmentir la autoría de la carta. Paco explica que este caso todavía no ha prescrito, pues "se necesita que pasen 100 años".