"Murió abandonado"
"Lo dejaron morir bajo un árbol": la denuncia del hijo del temporero fallecido en Alcarràs (Lleida) en plena ola de calor
Los detalles Vranchu George avisó de que se encontraba mal, pero estuvo casi dos horas sin recibir ayuda mientras trabajaba bajo temperaturas superiores a los 40 grados. Sus seres queridos quieren alertar a otros temporeros sobre los riesgos de no protestar ante condiciones extremas.

Resumen IA supervisado
Vranchu George, un temporero que trabajaba en un campo de fruta en Alcarrás, Lleida, falleció la semana pasada mientras laboraba bajo temperaturas extremas que superaban los 40 grados. Según su familia, las jornadas eran de hasta diez horas sin apenas descanso. El día de su muerte, Vranchu avisó que se sentía mal, pero no recibió atención inmediata. Fue dejado bajo un árbol y, tras casi dos horas, sus compañeros lo encontraron convulsionando. Aunque llamaron a una ambulancia, ya era tarde. Su familia busca que su trágica muerte sirva de advertencia para que otros temporeros pierdan el miedo a protestar y exigir mejores condiciones laborales.
* Resumen supervisado por periodistas.
"Lo dejaron morir, tirado debajo de un árbol". Así lo recuerda el hijo de Vranchu George, un temporero que falleció la semana pasada en un campo de fruta de Alcarrás, Lleida, mientras trabajaba bajo temperaturas que superaban los 40 grados.
Según su familia, las jornadas eran de hasta diez horas, sin apenas descanso, y el pasado lunes, día de su muerte, la ola de calor alcanzaba su punto máximo a partir del mediodía. A las 13:45 horas, Vranchu avisó a su encargada de que se encontraba mal. Su sobrina se pregunta con indignación: "¿No debería haber hecho que lo viera el primer auxiliar?"
En lugar de recibir ayuda inmediata, Vranchu quedó a la sombra de un árbol durante casi dos horas, hasta que sus compañeros lo encontraron convulsionando. Llamaron a una ambulancia, pero era demasiado tarde. "Si ves a un animal en la calle y está mal, lo coges y lo ayudas. Pero a un hombre, a una persona… no lo dejas ahí hasta que se pierda su vida", lamenta la familia.
Vranchu llegó a España en 2007. Comenzó trabajando en construcción, pero tras la crisis del cemento acabó en el campo. Sus amigos y familiares lo describen como un hombre familiar y comprometido: había conseguido traer a su hijo a España y disfrutaba de sus tres nietos. "Era un padre y un abuelo excepcional, ayudaba a todo el mundo, todo el mundo lo apreciaba", recuerda su hijo.
La familia quiere que su muerte sirva de advertencia. Su mensaje a otros temporeros es claro: "Perder el miedo a protestar. Porque a veces, cuando lo haces, puede que ya sea demasiado tarde".