Entre 2020 y 2021
Sánchez pide "marcar" a los barones críticos con el PSOE: la nueva versión de "quién se mueve no sale en la foto"
El contexto Las conversaciones filtradas entre Sánchez y Ábalos muestran cómo el presidente del Gobierno pedía actuar con dureza contra los barones críticos del PSOE, quienes se oponían a los pactos con los independentistas.

Los mensajes entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos desvelados por 'El Mundo' no solo destapan el lenguaje bronco del presidente del Gobierno hacia sus críticos internos, sino que revelan la persistencia de una cultura política donde la disidencia se penaliza.
En conversaciones mantenidas entre 2020 y 2021, el líder del PSOE se quejaba amargamente de las declaraciones públicas de los entonces presidentes autonómicos Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Javier Lambán (Aragón) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), por su oposición a los pactos con el independentismo.
"Dale un toque", "que deje de tocar los cojones" o directamente "llama al petardo de Lambán" son algunas de las expresiones con las que Sánchez pedía a Ábalos, entonces secretario de Organización, que presionara a los barones críticos.
En esas mismas conversaciones, se hablaba de "marcar" a quienes se desmarcaban del discurso oficial. Una versión actualizada de aquel viejo lema atribuido —erróneamente— a Alfonso Guerra: "El que se mueve no sale en la foto". Aunque Guerra siempre lo ha negado, lo cierto es que lo aplicó con dureza durante los años de mayor hegemonía socialista, cuando las discrepancias internas eran consideradas una amenaza a la unidad.
La historia se repite. Como en los años 90, cuando la 'cadena SER' difundió una llamada de Txiki Benegas —entonces secretario de Organización— en la que despotricaba contra compañeros y hablaba abiertamente del "problema" que representaba Felipe González, "el one". O como cuando Carlos Solchaga era apodado "el enano" entre bastidores. Aquellas grabaciones mostraron la crudeza de la lucha interna entre guerristas y felipistas.
Tampoco el PP ha sido ajeno a estos pulsos intestinos. En sus memorias, el exministro José Manuel García-Margallo describe cómo la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría operaba como una suerte de ejecutora silenciosa, eliminando del primer Gobierno de Rajoy a todo aquel que pudiera hacerle sombra. "Como en la novela Diez negritos, no hubo supervivientes", escribió.
Hoy, los nombres son otros, pero el patrón se repite: varones territoriales que rechazan los acuerdos de Sánchez con ERC o Junts y una dirección que, aunque en público habla de diversidad de opiniones, en privado castiga la disidencia. En 2023, la vicepresidenta María Jesús Montero aseguraba que "en el PSOE, quien se mueve, sí sale en la foto". Pero las conversaciones entre Sánchez y Ábalos apuntan justo a lo contrario.