Una alianza flexible

¿Qué pasa si atacan a un país de la OTAN? Ni el Tratado lo aclara ni hay mecanismos automáticos de respuesta

Los detalles El Tratado de la OTAN no define con claridad qué es un ataque ni cómo deben responder los aliados. Cada caso —del 11S a Perejil— se ha gestionado según intereses, contexto e interpretación política.

¿Qué pasa si atacan a un país de la OTAN? Ni el Tratado lo aclara ni hay mecanismos automáticos de respuesta

Pedro Sánchez lo ha vuelto a repetir: aunque firmó con sus socios de la OTAN el compromiso político del 5% en gasto conjunto de defensa, España se mantiene en el 2,1%. Es decir, apoya el gesto, pero no pone más dinero. ¿Le molestará esto a Trump? Probablemente. ¿Tendrá consecuencias reales? Pues depende. Porque, y aquí está la clave: en la OTAN casi todo es interpretable.

Y eso no es una crítica. Es literalmente así. Desde que nació en 1949, la Alianza Atlántica funciona con un tratado muy corto (12 artículos) y muchas zonas grises. Todo lo importante —qué es un ataque, cómo se ayuda a un país, qué territorios se protegen— está formulado de forma ambigua. Lo que cuenta al final no es lo que dice el papel, sino cómo se lee. O cómo se quiere leer.

¿Qué se considera un ataque?

El famoso artículo 5 de la OTAN dice que si un país miembro es atacado, los demás lo considerarán como un ataque a todos. Vale. ¿Pero qué es exactamente un ataque? No hay una respuesta clara. Por ejemplo, cuando Turquía perdió 33 militares por un bombardeo sirio, pidió ayuda a sus socios. Se la dieron, pero no porque aquello fuera "un ataque directo", sino porque la guerra en Siria era una amenaza cercana. Interpretación.

Estados Unidos, tras el 11S, activó el artículo 5. 13 países mandaron cazas para patrullar el cielo americano. Grecia pidió apoyo para proteger los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y le mandaron aviones de vigilancia. Cuando Marruecos ocupó el islote de Perejil, España no activó nada, y la OTAN solo emitió una nota pidiendo calma. ¿Por qué en un caso sí y en otro no? Porque se interpretó así.

¿Y qué es ayudar?

El tratado tampoco dice qué significa "ayudar a un aliado". ¿Hay que mandar tropas? ¿Dinero? ¿Apoyar con comunicados? No hay una lista de pasos ni un manual de instrucciones. Cada país decide qué hace "según lo considere necesario".

Esto hace que la solidaridad dentro de la OTAN no sea obligatoria, sino voluntaria. Nadie está obligado a mandar soldados si no quiere. Lo que hay es un compromiso político, una especie de "lo haré si puedo, quiero o me interesa".

¿Y Ceuta? ¿Y Melilla? ¿Y el Índico?

Otro gran clásico: ¿qué territorios protege realmente la OTAN? El tratado dice que la defensa cubre Europa, Norteamérica y las islas al norte del trópico de Cáncer. Eso incluye las Canarias, pero deja fuera Ceuta y Melilla. ¿Entonces no se defenderían? Oficialmente, no están cubiertas. Pero si pasara algo, lo más probable es que se "interpretara" como ataque al conjunto. Otra vez, todo depende.

Lo mismo pasa con las misiones que la OTAN ha hecho fuera de su zona original. Afganistán, Siria, Irak, el Índico… nada de eso es "Atlántico Norte", pero la organización ha estado allí porque se consideró que tocaba estar. Porque convenía. Porque, de nuevo, se interpretó así.

¿Y ahora qué pasa con el 5%?

Volvemos al principio. España firma el compromiso del 5% de gasto conjunto, pero se mantiene en el 2,1%. ¿Está cumpliendo? ¿Se está quedando corta? La respuesta es la misma: depende de cómo se mire. Y de quién lo mire. Trump, por ejemplo, lo mira mal. Siempre ha dicho que los aliados europeos no pagan lo suficiente por su defensa.

Pero, como casi todo en la OTAN, lo que parece firme al final es flexible. El texto legal está ahí, sí, pero lo que se hace con él lo decide la política, la diplomacia y, muchas veces, la conveniencia del momento.