Fugados y buscados
Cuando la sentencia no basta: el riesgo de fuga sigue siendo un desafío para la justicia española
Los datos El juez ha ordenado prisión provisional sin fianza para Ábalos y Koldo por riesgo de fuga "extremo". De hecho, desde 1993 España ha tenido hasta 79.000 prófugos y solo en 2024 se detuvieron 460 huidos antes de entrar en prisión.

Este jueves Ábalos y Koldo, imputados en el mismo caso y considerados de alto riesgo de fuga, han sido trasladados a la prisión de Soto del Real, donde pasarán su primera noche en el mismo módulo. Podrían coincidir en la comida, en el gimnasio o en talleres, aunque si ellos pidieran no estar juntos, se respetaría por seguridad.
Los expertos en tribunales aseguran que, aunque compartan espacios, no hay riesgo de que puedan coordinar versiones, sobre todo porque el juicio se acerca y las medidas de control son estrictas. La primera noche de los internos nunca se pasa en solitario, así que podrían incluso pasarla juntos, como en los "viejos tiempos".
El juez ha justificado esta decisión señalando que se enfrentan a muchos años de cárcel, tienen contactos y recursos económicos, y eso aumenta el riesgo de fuga antes de ingresar en prisión.
Un problema histórico en España
España lleva décadas lidiando con el problema de los fugados antes de entrar en prisión. En 1993 había casi 79.000 prófugos, mientras que en 2014 la Guardia Civil estimaba 8.860. Solo en 2024 la Policía Nacional logró detener a 460 huidos, aunque estas cifras solo reflejan los casos resueltos: los que siguen en libertad podrían ser muchos más.
Los delitos más frecuentes entre los fugados son lesiones o maltrato ocasional y quebrantamiento de medida cautelar, que representan casi una quinta parte de los casos. En Madrid, en 2008, se estimaba que unos 3.000 ciudadanos condenados a penas de hasta cinco años estaban huidos, mientras que en Zaragoza en 2015 eran al menos 100 y en Ceuta en 2019 se emitieron 258 órdenes de búsqueda y detención.
Por qué algunos consiguen escapar
Las fugas suelen ocurrir por varias razones: desfase temporal entre la sentencia y el ingreso en prisión, filtraciones de sentencias antes de tiempo, recursos legales, permisos judiciales o simplemente subestimación del riesgo de fuga. Hoy, la tendencia es a usar prisión provisional antes que confiar en la buena fe del acusado, para reducir estas situaciones.
Con su llegada a Soto del Real, Ábalos y Koldo se convierten en el último ejemplo de cómo los acusados de alto riesgo pueden coincidir en la cárcel, siempre bajo estricta supervisión. Hoy, al pasar su primera noche entre rejas, queda claro que la seguridad y el control son la prioridad, frente a un historial que demuestra que los fugados siempre han sido un dolor de cabeza para la justicia española.
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