A Paquita González le hicieron una foto cuando era niña, el típico posado de los años 40. Fue una de las escasas posesiones que le confiscaron a su padre, Francisco, cuando ingresó en el campo de concentración nazi de Mauthausen. 80 años más tarde, Paquita ha podido recuperarla.

Hoy vive en Font-Romeu (Francia), a los pies de la estación de esquí del mismo nombre, y siempre le había interesado esa historia tan cercana de alguien que salió vivo, aunque pesando tan solo 40 kilos, de sitios tan terribles como los campos de Mauthausen y Dachau.

"Nombre y Apellido: González Cuadrado, Francisco. Nacimiento: 13-10-1913. Lugar: Miliana (Argelia). Residencia: Cabrianes (Barcelona). Carretera de Artes, N.14. Profesión: Conductor. Religión: Católico Romano. Nacionalidad: Español". Esta es la ficha de su entrada en el primero de esos campos. Datos como los suyos se acumulan en los archivos Arolsen, que reúnen información sobre los millones de víctimas del nazismo como parte del proyecto 'Stolen Memories' ("memorias robadas").

La Universidad Rovira i Virgili de Tarragona tiene un acuerdo de colaboración para acceder a todo ese material y el historiador asturiano Antonio Muñoz, del programa Beatriu de Pinós, encontró allí la ficha de Francisco y la foto de una niña, su hija, que le fue confiscada cuando entró en el campo.

Antonio se propuso devolvérsela a su legítima propietaria si aún vivía y el hilo del que pudo tirar le llevó a un pequeño núcleo de casas volcado en la minería y que forma parte del municipio barcelonés de Sallent: Cabrianes.

Según la ficha de los nazis, Francisco tenía allí su residencia, así que lo primero fue llamar para ver si había todavía familiares de aquel preso. Y los había. Y también una historia de amor de dos jóvenes medio adolescentes, los padres de Paquita, a los que la Guerra Civil separó.

Separados por la Guerra Civil

Paquita tiene ahora 83 años y ha pasado casi toda su vida en Francia, aunque hasta los 10 residió en Cabrianes con sus abuelos y un tío. Francisco, su padre, conductor de camiones en el bando republicano durante la Guerra Civil, hijo de la minería española que fue a ganarse la vida a Argelia, tuvo que huir a territorio francés en 1939 con 26 años y acabó en una compañía de trabajo cerca de Beçanson, seguramente para reforzar la línea Maginot.

Allí fue capturado en 1940 y enviado a un campo de prisioneros de guerra junto a miles de franceses para iniciar un periplo que le llevó en enero de 1941 a Mauthausen y, posteriormente, a Dachau.

Su mujer, Teresa Serra, también tuvo que cruzar la frontera como pudo en 1939 y logró reunirse con su marido después de que las tropas aliadas liberaran Dachau y sus subcampos en 1945.

A la hija que habían dejado en Cabrianes con dos años la recuperaron con 10, después de que la familia la pusiera en manos de un 'pasador', un profesional de guiar por caminos nevados del Pirineo a quienes huían del franquismo.

Paquita, ya con 83 años, ha recuperado aquel retrato y admite que siempre le reprochó a sus padres que la condenaran a una infancia en España entre comentarios "no siempre agradables" sobre su familia, pero ahora sabe cuánto la quería Francisco, hasta el punto de que su retrato de niña lo acompañaba en los momentos más desesperados de su vida.

Esta "exiliada" española, como ella misma se define, recibió el 31 de julio la visita de Antonio y una última sorpresa inesperada, porque el fotógrafo que envió EFE para dar testimonio de toda esta historia, el veterano Robin Townsend, es hijo del oficial estadounidense que, al mando de la 14 División, participó en la liberación de Dachau y sus subcampos.

Cuando se cumplen 80 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la hija del prisionero y el hijo de aquel militar se han reencontrado en Font-Romeu, el lugar desde el que Paquita mira cada día a España a través de su ventana con vistas a Puigcerdà.