Han pasado 41 años desde que el caso de los marqueses de Urquijo saltó a los medios de comunicación. Dos impactos de bala, en boca y cuello, acabaron con la vida de María Lourdes de Urquijo, quien murió tras presenciar el crimen de su marido, Manuel de la Sierra, asesinado fulminantemente con un disparo en la nuca.

El número 27 de la calle Camino Viejo, en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón), fue el escenario de uno de los sucesos más perturbadores de nuestra historia criminal reciente. La vivienda, defendida por un sistema mixto con guarda jurado, circuito electrónico de alarma y una cerca, no logró proteger a los marqueses de este fatídico, e inesperado desenlace.

Tras décadas de incógnitas, cada aniversario afloran nuevas pesquisas sobre un crimen de lo más aterrador. Toda investigación criminal que se precie repasa de forma exhaustiva los perfiles de los implicados en la trama. Hoy traemos a todos los protagonistas de una historia por resolver, que recoge polvo en las estanterías. Esta noche, laSexta emite el primer capítulo de una serie de tres del documental sobre uno de los casos más mediáticos de nuestro país.

Manuel de la Sierra y María Lourdes de Urquijo

El matrimonio que ostentaba este marquesado fue hallado sin vida el 1 de agosto de 1980. Manuel de la Sierra, quien poseía fama de tacaño, alimentando así uno de los móviles del crimen, accedió a la propiedad del Banco Urquijo mediante su enlace matrimonial con Marieta, así como al título nobiliario que ésta heredó de su familia. La entidad bancaria, fundada en 1918, atravesaba, en los meses previos al asesinato, un proceso de adquisición.

María Lourdes de Urquijo, última marquesa de Urquijo y marquesa de Loriana y de Villar del Águila, contaba al morir con 45 años de edad. Aquellos que pudieron conocerla describen a una mujer frágil y tímida, con un fuerte espiritualidad que la vinculaba a proyectos del Opus Dei.

Miryam de la Sierra

En la fecha del crimen se cumplían seis meses de su separación con Rafael Escobedo. Tras dar por finalizado su matrimonio, la hija mayor de los marqueses de Urquijo iniciaba una relación sentimental con Richard Dennis Rew, conocido como ‘Dick el americano’, su jefe en la empresa Golden Paradise.

Con un semblante frívolo y aires de superioridad aristócrata, Miryam fue sometida al juicio popular ganándose el papel de mala de la película. Durante la investigación interpuso querellas contra todos aquellos que cuestionaron su testimonio de lo acontecido. No obstante, su cara llegó a las portadas de las revistas de papel couché con numerosas entrevistas concedidas a la prensa rosa. Años más tarde, se retiró del foco mediático en una entrevista concedida a Vicky Larraz, donde anunciaba una línea de joyas que no obtuvo gran éxito.

En el presente y tras separarse de su segundo marido, esta empresaria del sector del marketing de redes abandonó el país. Los motivos parecen apuntar a su vinculación con una trama de presunta estafa piramidal.

Juan de la Sierra

El pequeño de los Urquijo, nacido en 1958, es el heredero del marquesado. Se trata del personaje más discreto del clan, con contadas apariciones en los medios de comunicación, restringiendo al máximo el contenido sobre su vida privada.

Aunque entra en el círculo de sospechosos, lo cierto es que se encontraba en Londres en el momento del asesinato. No obstante, algunas fuentes recogidas en el sumario apuntan que regresó a España esa misma noche. En los meses previos al crimen mantuvo una cercana amistad con su cuñado, Rafi Escobedo.

Rafi Escobedo

Rafael Escobedo Alday fue detenido el 8 de abril de 1981 como principal sospechoso del crimen. El yerno de los marqueses se encontraba en una finca de Toledo, donde pudieron hallarse los casquillos que sirvieron como prueba a la acusación.

En un primer momento confesó el asesinato de sus suegros, respondiendo así al juicio mediático, pero posteriormente se retractó, tras asegurar que la confesión era fruto de las torturas sufridas. En 1983 fue condenado a 53 años de cárcel, no obstante tan solo cumplió su pena durante cinco, hasta que fue hallado ahorcado en la celda de la prisión El Dueso (Cantabria). Dos semanas antes de su muerte había concedido una entrevista a TVE donde aseguraba ser una ‘cabeza de turco’ de la trama.

Son muchas las incógnitas que rodean la muerte de Escobedo. Marcos García Montes, abogado defensor y amigo del acusado, solicitó una segunda autopsia del cadáver. En ella se hallaron restos de cianuro en el cuerpo del fallecido, algo que se contrapone a la versión oficial del ahorcamiento.

Vicente Díaz (El mayordomo)

La noche de los hechos no se encontraba en el domicilio habitual de los marqueses, puesto que había ido a recoger sus cosas para viajar a Sotogrande junto a la familia. Era el depositario de los secretos familiares. Con la marquesa, Marieta, compartía bastantes confidencias. Su condición de lenguaraz le supuso una denuncia por parte de alguno de los protagonistas del crimen.

Se trata del miembro más locuaz de la trama, con una predisposición a dar declaraciones a los medios. El mayordomo apuntó a dos posibles responsables. No solo señaló al acusado, sino que inculpó al propio hijo de los marqueses.

Javier Anastasio

El 17 de octubre de 1983 Anastasio fue detenido tres meses después de la condena dictada contra Rafael Escobedo. Fue en el segundo juicio de este mediático caso donde se le acusó como cómplice. La declaración de un amigo en común, en calidad de testigo, fue determinante para la sentencia. El testimonio de éste recoge que acompañó al asesino confeso a la casa de los marqueses y que, tres días más tarde, se había deshecho del arma del crimen, una pistola hallada en el madrileño pantano de San Juan, que le fue entregada por su amigo.

Tras tres años y medio en prisión preventiva, se dictaron contra él 60 años de cárcel. Javier Anastasio fue puesto en libertad a la espera de la celebración de un juicio que llegó a aplazarse hasta en cuatro ocasiones.

El 21 de diciembre de 1987, se dio a la fuga con el dinero obtenido de la venta de un apartamento. Uno de sus hermanos le llevó en coche hasta Portugal, desde donde puso rumbo a Brasil. En la actualidad, los cargos contra él han prescrito, algo que impide el cumplimiento de su condena. Tal como recoge en su libro ‘El hombre que no fui’ (2007), coescrito junto al periodista Melchor Miralles, su huida responde al convencimiento de que iba a ser condenado. Anastasio intuía que él y su amigo eran los cabezas de turco de una trama que quería inculparles del crimen.

Además existen algunos coprotagonistas del relato que juegan un papel trascendental en la trama. En este segundo círculo nos encontramos con perfiles que fueron determinantes para el devenir del suceso.

Diego Martínez Herrera (El administrador)

Era el hombre de confianza, un amigo de la infancia del marqués. Por muchos es señalado como el cerebro de la operación. Son dos los datos clave que llevan a construir esta hipótesis.

En primer lugar, el día del asesinato, sin que nadie le hubiera anunciado el crimen, se presentó con un traje negro de luto, algo que no cobró importancia en aquel instante pero sí con la revisión posterior. En segundo lugar, el hecho más esclarecedor que parece ser que fue Martínez Herrera quien dio la orden de limpiar los cadáveres de los marqueses antes de que llegase la policía.

Daisy

La asistenta del hogar no durmió en la finca la noche del crimen. Ella se ocupaba de Boli, la mascota de la familia. Un perro que en la noche del crimen no ladró.

Mauricio López Roberts

El marqués de Torrehermosa fue quien pagó los platos rotos, con 10 años de prisión. Condenado en 1990 por encubrimiento del asesinato, fue uno de los personajes clave de la investigación. Esta figura fue la diana de la prensa durante el pico mediático. Tras recibir la libertad optó por retirarse a una finca agrícola en la provincia de Ávila hasta su fallecimiento en el 2014.