El 1 de agosto de 1980 aparecieron los cadáveres de los marqueses de Urquijo en su casa de Somosaguas, Madrid. En ese mismo lugar hoy vive Juan de la Sierra, hijo y heredero del Marquesado.

Su hermana Myriam dice no haber pisado en todos estos años el lugar del crimen. Lo que sí ha hecho es sacar un libro en el que recuerda los hechos.

Aquel día los marqueses tenían todo listo para irse de viaje. Sin embargo, de noche, al menos tres personas saltaron la verja de la finca y se colaron por la piscina hasta la habitación del marqués. Allí, de un tiro en la nuca acabaron con su vida. Él era el objetivo.

El perro de los marqueses no ladró

Marieta, la marquesa, fue una víctima colateral que se despertó al oír un disparo. Aunque nadie más escuchó nada, ni siquiera Boli, el perro, ladró. Todo apuntaba a que conocía de sobra a los asaltantes.

Ocho meses después del crimen, España entera amanecía con la noticia. Rafi Escobedo, el yerno de los marqueses, era detenido. Más de 200 casquillos encontrados en una finca de su familia concidían con los de la escena del crimen. Pero, además, bajo custodia policial, había confesado por escrito. Así, a Rafi le condenaron a 53 años de prisión.

Como cómplices se señaló a dos amigos suyos: Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermosa, al que condenaron a diez años como encubridor, y Javier Anastasio, que se fugó durante un permiso penitenciario y nunca cumplió con la justicia.

"Mi delito lo tengo pagado con creces con cuatro años de cárcel y tres años de un mundo de fugitivo por la vida estigmatizado con una acusación de dos asesinatos", aseguró él en una entrevista.

Hoy el suyo es, para muchos, un testimonio pendiente. Como lo fue en su momento el del mayordomo de los Urquijo, el único que apuntó a Juan de la Sierra, al heredero, como cabecilla del crimen y terminó también ante el juez acusado de injurias.

"Este es el caso de don Juan de la Sierra y el caso del administrador, que todavía es más fuerte, porque han medido más millones", afirmaba el mayordomo.

El cuerpo de Rafi Escobedo apareció ahorcado

Por entonces, finales de los años 80, Rafi Escobedo, yerno y único condenado como asesino ya estaba en prisión. Pero sólo cumplió cinco años. Su cuerpo apareció ahorcado en extrañas circunstancias con cianuro suficiente en las vísceras como para que todavía hoy se especule con su asesinato.

Antes de morir, Rafi Escobedo dejó unas memorias por escrito. En ellas, nos aseguran, hay claves que le exculparían como asesino. Así, del asesinato de los Urquijo, dos grandes de España, sigue rodeado de misterio.

Habla el abogado de Rafi Escobedo

Expediente Marlasca ha hablado del caso con Marcos García Montes, que fue abogado de Rafi Escobedo. Asegura que nunca creyó la confesión y denuncia que fue bajo presión policial. "Él se desmorona desde el punto de vista psicológico cuando ve a su padre detenido, la Policía le hace la tortura siciliana dejándole desnudo y riéndose de él. Entonces dice que disparó a metro y medio de la cama", apunta.

Sin embargo, el abogado sostiene que esto es imposible porque "el primer disparo a la marquesa está hecho a bocajarro a un palmo" y el segundo "apoyando el cañón del arma contra el cuello en la carótida".

García Montes destaca que "los forenses apuntaron que el crimen fue realizado por personas de forma profesional, por sicarios". Además, sostiene que la hija de los marqueses, que en principio acusó a Rafi Escobedo, después se retractó y en un libro mostró sus dudas al respecto.

"¿Por qué no imputaron al administrador por lavar los cadáveres?"

Por otro lado, el abogado se pregunta "¿por qué no se imputó al administrador por lavar los cadáveres a 100 grados de temperatura?". También recuerda que "en una famosa carta del marqués figura que trabajaba en la embajada como traductor y eso es sugerente de que fuera miembro del espionaje americano". En sus propias palabras, "son cosas muy graves que no se han investigado".

Sobre la muerte en prisión de Rafi Escobedo, García Montes insiste en que no fue un suicidio y lamenta que todavía en la actualidad queden tantas incógnitas en el aire.