La autoridad judicial que investiga el caso de las niñas presuntamente asesinadas por su padre en Tenerife autorizará en los próximos días el cese de las operaciones de rastreo del buque oceanográfico Ángeles Alvariño en busca de los cuerpos del presunto asesino Tomás G. y su hija Anna, al llegar a la conclusión, tanto la instructora como el responsable de operaciones de la embarcación, de que es "imposible" continuar con el rastreo ante lo escarpado del terreno submarino.

La magistrada titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer numero dos de Santa Cruz de Tenerife, órgano competente para la investigación del caso, ha tomado esta decisión tras haber recibido un informe del responsable de operaciones del barco que califica de "completamente inabordable" la exploración en la zona en donde hipotéticamente podrían localizarse nuevos resultados.

Estas son las conclusiones del peritaje técnico: "En el transcurso de la búsqueda, la Policía Judicial descubrió que en la larga deriva que tuvo la embarcación tras la pérdida de señal del móvil, durante un corto periodo de tiempo, sus motores volvieron a funcionar y realizó una navegación de unos tres minutos. El punto donde paró de nuevo los motores se convierte en el punto más probable donde Tomás hubiera podido arrojarse al mar".

"A partir de este punto se diseña una nueva área de búsqueda, centrándola sobre ese mismo punto. Se establece un área de búsqueda de 500 metros en torno a él. Y se delimita la línea de deriva estableciendo una calle de 500 metros de anchura, 250 a cada lado de la misma, sobre la que buscar. Mediante el uso del rov [robot submarino] se realizaron 176 líneas y tránsitos con una distancia total recorrida de 60.006 metros y una superficie explorada de 611.903 m2", se recoge en el escrito.

En esas conclusiones se señala además que "esta línea de deriva fue tomada como base, y la exploración se fue extendiendo a ambos lados de la misma", recordando que aparecieron poco después "dos biberones de buceo" que se pudo verificar que pertenecían a Tomás Gimeno: "Ese tipo de botellas da un suministro de aire muy limitado, y se especula con la posibilidad de que los utilizara en su intento de suicidio para asegurar que alcanzaba la profundidad necesaria para no tener vuelta atrás".

En esa zona precisamente "se establecieron líneas de búsqueda separadas cinco metros para poder tener la certeza de que no quedó ningún objeto, por pequeño que fuera". Además, como se subraya en el informe, se buscó también "por si aparecía el cinturón de plomos, lo que confirmaría que quedó a la deriva, pero no pudo hallarse". En este punto, dadas las corrientes en el fondo, se considera que "no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando pudiendo llegar a un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda".

Iniciado el proceso de búsqueda a la deriva "el fondo cambia considerablemente, pasando de ser una zona idónea para la búsqueda a todo lo contrario". Según las conclusiones de los técnicos, además de "la peligrosidad para el vehículo" la orografía de la zona hace que "la búsqueda sea bastante menos eficaz, pues la cantidad de grietas y barrancos y la profundidad de los mismos, en ocasiones de centenares de metros, no permiten asegurar que en las zonas ya miradas no esté el cuerpo de Tomás o algún otro objeto procedente de la embarcación".