Es 23 de febrero de 1981. España sigue caminando hacia la consolidación de una jovencísima democracia, pero el paso no está libre de obstáculos. Todo lo contrario. El país lleva meses, por no decir años, sumido en una profunda crisis política. Aunque en 1978 se logró desarticular aquella primera intentona golpista de la democracia protagonizada por el coronel Antonio Tejero (la fallida 'Operación Galaxia'), parece muy complicado dejar atrás el franquismo. El régimen se resiste a desaparecer y aún está presente en las principales estructuras de poder. Parece poder condicionar todavía las decisiones de Estado. El mando de Adolfo Suárez al frente del Gobierno se resiente.

El líder de UCD ha sido duramente criticado. En el Ejército no ha gustado la legalización del Partido Comunista, y algunos sectores militares rechazan este nuevo sistema democrático. Suárez también ha perdido numerosos apoyos por la gestión de la lucha antiterrorista contra ETA, que en solo un año ha asesinado a más de un centenar de personas. El presidente del Gobierno llega al 23F derrotado: ha sufrido una moción de censura del PSOE y el rechazo de muchos miembros de su partido le han obligado a presentar su dimisión.

El mando está en el aire. Tras una breve ronda de contactos, el rey ha elegido a Leopoldo Calvo-Sotelo, también de UCD, como candidato a la Presidencia del Gobierno. Su candidatura supone un intento por calmar las aguas a todos los niveles. Según lo previsto, en torno a las 18:00 horas del 23 de febrero comienza la votación de investidura. Una hora antes, a las cinco de la tarde, los diputados ya han ocupado sus escaños para dar pie a un breve debate que precede a la elección del presidente. Más de 400 personas coinciden en ese momento en la cámara baja.

18,00 horas – Comienza la votación

José Manuel García-Margallo, en ese momento miembro de la Unión de Centro Democrático, es el primer diputado en votar. Calvo-Sotelo, que no ha sido investido presidente del Gobierno 48 horas antes, en la primera sesión de investidura, por tan solo siete votos, espera en esta ocasión salir del Congreso de los Diputados con el triunfo en las manos. En la bancada de UCD, y en realidad en todo el hemiciclo, el ambiente está enrarecido: se denota cierta tensión y nerviosismo.

Solo pasan unos minutos (concretamente 23) hasta que, según describirán poco después los secretarios del Congreso de los Diputados, se produce "la entrada de elementos armados" en el "Salón de Sesiones de la Cámara, donde estaba reunido el pleno". Dichos elementos armados interrumpen "por la fuerza" el desarrollo de la sesión en la que aún se votaba la elección de Calvo-Sotelo como nuevo presidente de España.

18,23 horas – Los militares irrumpen en el Congreso

Antonio Tejero, en al tribunal del Congreso

A las 18,23 horas es llamado a votar el socialista Manuel Núñez Encabo. En ese momento, dicen los secretarios del Congreso, se escuchan "gritos, voces y disparos procedentes del exterior del Salón de Sesiones". Nadie sabe muy bien de dónde vienen y qué está sucediendo. Son las primeras ráfagas que inician un asalto al Congreso que tiene por objetivo dar un golpe de Estado en España. Comienza la 'Operación Duque de Ahumada', en referencia al fundador de la Guardia Civil, Francisco Javier Girón.

La votación avanza en medio de una extraña confusión hasta que, instantes después de oírse aquellos ruidos que proceden del exterior, el coronel Antonio Tejero "irrumpe violentamente en la Cámara" junto a numerosos guardias civiles "armados". Aunque en ese momento no se puede precisar cuántos son, se calcula que son unas 200 las personas que acompañan a Tejero.

Este se ha acercado al presidente de la Cámara, Landelino Lavilla, que se ha puesto en pie para preguntar por el motivo del altercado. "Tejero le contesta: 'Quítate de ahí', acompañando estas palabras de un expresivo gesto de la mano con que empuña la pistola", según se recoge en las actas oficiales. El teniente coronel y sus acompañantes se dirigen a la cámara y profieren el ya famoso grito: "¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo!". La tensión y la confusión en la cámara es máxima.

18,25 horas – Gutiérrez Mellado se encara con Tejero y los guardias civiles

Adolfo Suárez intenta socorrer al vicepresidente Gutiérrez Mellado, zarandeado por un grupo de guardias civiles en presencia del teniente coronel Tejero durante el 23F

El vicepresidente primero del Gobierno, Manuel Gutiérrez Mellado, ignora las exigencias del grupo armado y se acerca a la tribuna. Le instan de nuevo a que se siente, pero se niega. En ese momento, un grupo de guardias civiles forcejea con él para reducirlo y se producen varios disparos en la sala que acaban en la bóveda del hemiciclo. La reacción es inmediata: todos los diputados se esconden agachados en la bancada.

Suárez permanece en su escaño, sin moverse, igual que Carrillo, que fuma desde el suyo. Gutiérrez Mellado se lleva las manos a la cintura, casi impasible por los disparos. Uno de los asaltantes pide calma: "¡Quietos! ¡Parad, Parad! ¡Vais a dar a alguien de los nuestros!". Los agentes insisten a Gutiérrez Mellado para que se siente en su escaño. "Le zarandean y le golpean violentamente", precisan los secretario del Congreso. Suárez se levanta para socorrerle, y finalmente el vicepresidente se sienta.

18,33 horas – El capitán Muñecas habla en el Hemiciclo: "No va a pasar nada"

Pasan los minutos y la cámara intenta recobrar la serenidad en la medida de lo posible. Muchos de los diputados, aún escondidos, vuelven a sentarse en sus escaños. Los asaltantes les exigen que dejen sus manos a la vista y que permanezcan quietos. Han pedido a Lavilla que intente calmar a los políticos, pero el presidente de la Cámara se niega, argumentando que en este escenario no puede hacer uso de su cargo.

Entonces, el capitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas, acusado de torturas contra activistas antifranquistas en los años 60 y 70, se dirige a la Tribuna de Oradores y dice lo siguiente, según certifican los secretario del Congreso en las actas oficiales: "Buenas tardes. No va a ocurrir nada; pero vamos a esperar un momento a que venga la Autoridad Militar competente para disponer lo que tenga que ser y lo que él mismo diga a todos nosotros. O sea, estense tranquilos. No sé si esto será cuestión de un cuarto de hora, de 20 minutos o media hora; me imagino que no más tiempo, y la Autoridad que hay competente, militar por supuesto, será la que determine qué es lo que va a ocurrir. Por supuesto que no pasará nada. O sea, que estén ustedes tranquilos".

Lavilla insiste a los guardias civiles para hablar con la persona que está coordinando la acción militar, pero los asaltantes rechazan su petición repetidas veces. Le responden que esa conversación se dará cuando el jefe de la operación quiera, y que podrá hablar con él "largo y tendido". Se producen movimientos en la Cámara para asistir a algunos heridos y enfermos del corazón.

18,50 horas – Milans del Bosch asume todos los poderes en Valencia

En la tarde del 23 de febrero, España no solo tiene fijada su mirada sobre los acontecimientos que están teniendo lugar en el Congreso de los Diputados. En Valencia, poco antes de las 19,00 horas, el capitán general de la III Región Militar, Jaime Milans del Bosch, asume todos los poderes civiles y militares "hasta que se reciban instrucciones del rey". Horas después, se leerá en el Congreso el anuncio de Milans del Bosch que confirmará la aplicación del estado de excepción.

En Madrid, la señal de RTVE que informa sobre la intentona golpista es interrumpida. La sede ha sido tomada a la fuerza por decenas de militares y en este momento se emite un programa de variedades en televisión y Radio Nacional hace resonar marchas militares en los transistores. En el Congreso, los asaltantes dejan salir a los civiles y funcionarios y a los periodistas, no sin antes destruir numerosas cámaras de RTVE y velar los carretes de los periodistas allí presentes.

19,35 horas – La indignación y desesperación de Suárez estremece al Congreso

A las 19,35 horas del 23 de febrero, los secretario del Congreso manifiestan en las actas oficiales lo siguiente: "El presidente del Gobierno abandona el banco y se dirige a uno de los asaltantes, diciendo: ‘¡Quiero hablar con el que manda la fuerza!’. Se oyen gritos y voces que dicen: ‘Retírese! ¡Silencio!’". Un guardia civil advierte a los diputados ante gestos como el de Suárez. Señala su metralleta y dice: "Tranquilos, señores; al próximo movimiento de manos se mueve esto, ¿eh? Los de las manitas esas, tranquilos. Eso cuando estén solos".

Acto seguido, Adolfo Suárez se vuelve a levantar y reivindica su posición como presidente del Gobierno, aunque es acallado al segundo con nuevos gritos de los asaltantes: "¡Se siente, coño! ¡Que se siente!". Al Congreso llega la noticia de la intervención de Milans del Bosch en Valencia. El anuncio lo habría dado Tejero, y los asaltantes lo celebran con vítores a España, al rey y a la Guardia Civil.

19,40 horas – La conversación de Suárez y Tejero: "Usted ya no es el presidente de nadie"

El teniente coronel Antonio Tejero durante el intento fallido de golpe de Estado del 23F

Según desveló Alfonso Guerra a través de la transcripción de un ujier presente en el Congreso el 23F, a las 19,40 horas Tejero coge por el brazo a Suárez y ambos salen del hemiciclo. Se inicia una tensa conversación entre ambos. "¡Explique qué locura es esta!", reclama Suárez a Tejero, que responde: "¡Por España, todo por España!". El presidente del Gobierno muestra su enfado: "¡Qué vergüenza para España! ¿Quién hay detrás de esto? ¿Con quién puedo hablar?".

El teniente coronel se limita a decirle que "no hay nada de qué hablar" y que "solo debe salir". Suárez insiste en conocer al responsable y pide a Tejero que deponga su actitud. "Usted ya no es el presidente de nadie. Yo solo recibo órdenes de mi general. No me provoque", concluye, al parecer de forma amenazante, Antonio Tejero. Minutos después, guardias civiles que forman parte del asalto al Congreso obligan a salir a varios diputados. Entre ellos se encuentran Gutiérrez Mellado, Santiago Carrillo, Agustín Rodríguez Sahagún, Felipe González, Calvo-Sotelo y el propio Suárez. Nadie sabe a dónde los trasladan.

20,20 horas – Juan Carlos I pide "confianza" a Jordi Pujol

Dos horas después del inicio del golpe de Estado, el diario 'El País', que está preparando una edición especial con un contundente editorial en apoyo al sistema democrático, recoge el testimonio de Jordi Pujol, por entonces president de la Generalitat, sobre una conversación que entabló con el rey Juan Carlos. "Tranquilo, Jordi. Tenemos que dar la imagen de nuestra plena confianza en todas las autoridades, y, concretamente, en el rey", afirma el dirigente catalán que le dijo el monarca. Según Pujol, en ese momento Juan Carlos I ya habría mantenido "contactos telefónicos con los gobernadores civiles y los presidentes de las diputaciones".

20,45 horas – "Normalidad" en el Cuartel General del Ejército y el bando de Milans del Bosch

 

Al cabo de uno 20 minutos, a las 20,45 horas, uno de los asaltantes pide a gritos un micrófono. Acaba por subirse a la Tribuna y lee un teletipo de Europa Press que afirma lo siguiente: "A las 7,30 horas de la tarde la normalidad era completa en el Cuartel General del Ejército. A esta hora, no se apreciaban movimientos especiales de las tropas ni se habían adoptado medidas de seguridad ni de protección".

Sin embargo, instantes después, según registran los secretarios del Congreso, otro oficial de la Guardia Civil se sitúa frente a los mismos micrófonos y procede a leer otro comunicado. "Pasadas las 7 de la tarde, la emisora de radio 'La voz de Castellón' ha sido tomada, así como también 'Radio Castellón', por personal militar". Desde allí se ha emitido un comunicado firmado por Milans del Bosch en el que se presentan las medidas dispuestas por el teniente general tras el asalto al Congreso.

Entre ellas, ordena que se militaricen los servicios públicos y se impide a la población civil "el contacto con las unidades armadas", que "repelerán todas las agresiones que puedan sufrir, con máxima energía"; también quedan prohibidas las huelgas y las actividades "públicas y privadas" de todos los partidos, así como "las reuniones superiores a cuatro personas"; establece un toque de queda desde las 21,00 hasta las 7,00 horas; finalmente, asume el control del ente autonómico, de los provinciales y de los municipales, así como el mando de todos los cuerpos de Seguridad del Estado. El comunicado concluye así: "Se espera la colaboración activa de todas las personas patriotas, amantes del orden y de la paz. Termino con un fuerte abrazo y ¡viva el Rey!".

20,50 horas – Temor por los cortes de luz en el Congreso y el riesgo de incendio

Los diputados del Congreso, en pie tras la entrada de Tejero en el hemiciclo

Si Milans del Bosch ha puesto patas arriba la Comunidad Valenciana en cuestión de minutos, la situación que se vive en el Congreso de los Diputados no es mejor. Modesto Fraile y José Bono advierten a los golpistas de un posible corte en el suministro eléctrico que dejaría totalmente a oscuras la cámara, puesto que no tiene generador propio. "Ante la sorpresa y estupor de los presentes, Tejero grita: 'Si hubiera un apagón de luz en la puerta donde estén ustedes (dirigiéndose a los agentes que le acompañan), al recibir un roce en el cuerpo hagan fuego".

Tejero ordena además a los ujieres que coloquen sillas y otros elementos junto a la mesa pequeña de la sala para que, "en el supuesto de que se corte el suministro eléctrico, se prenda fuego al material acumulado". Según las actas oficiales, en ese momento varios diputados gritan que todo es de madera: "Un oficial, a requerimiento del presidente de la cámara, que le advierte de los riesgos, detiene la operación".

21,00 horas – Valencia inicia su toque de queda

Vehículos policiales rodeando el Congreso de los Diputados

No tardan en verse a partir de las 21,00 horas los efectos del mando de Milans del Bosch en la Comunidad Valenciana. Hasta 1.800 efectivos y 60 carros de combate circulan por las calles de Valencia, comprobando que se cumple el toque de queda. La ciudad está en estos momentos prácticamente desierta, y las imágenes de los tanques patrullando impactan a toda España, que no acaba de creer lo que está ocurriendo.

La tensión también se vive en la capital de España, donde a esta hora tiene lugar un importante despliegue policial que acaba por rodear los exteriores del Congreso con una enorme hilera de coches y furgonetas de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Dirigiendo esta barrera está el comandante Pedro Zancada.

21,00 – 21,30 horas – El diario 'El País' imprime su primera edición: 'El País, con la Constitución'

Portada del diario 'El País' el 23 de febrero de 1981

El diario 'El País', que ha estado siguiendo muy de cerca los hechos acaecidos tanto en el Parlamento como en Valencia, imprime a esta hora una edición con un encabezado contundente ('El País, con la Constitución') y un durísimo y reivindicativo editorial titulado '¡Viva la Constitución!' que se llega a reproducir en las radios ante el cierre de kioskos y otros establecimientos.

En este editorial, el diario indica lo siguiente: "En la hora de un atentado alevoso contra el pueblo español [...], El País sale a la calle en defensa de la ley y de la Constitución. La rebelión debe ser abortada; sus culpables, detenidos, juzgados severamente y condenados para ejemplar escarmiento de la Historia". En un documental publicado 35 años después del intento de golpe de Estado, los periodistas de este medio explican cómo vivieron aquella tarde, noche y madrugada del 23 de febrero.

22,30 horas - La noche más confusa para España (Milans del Bosch, ¿presidente de España?)

A estas horas, poca gente sabe que está pasando a ciencia cierta en España. Ni siquiera los parlamentarios atrapados en el Congreso. Los movimientos y anuncios de los altos mandos son constantes. La Junta de Jefes del Estado Mayor ha anunciado que "tomará las medidas necesarias para reprimir todo atentado a la Constitución y restablecer el orden que la misma determina".

Así, Francisco Laína, director de seguridad del Estado en ese momento, se convierte durante 14 horas en jefe de la Comisión Permanente de secretarios de Estado y de subsecretarios, un gobierno de facto que asume las funciones del ejecutivo secuestrado en las Cortes. Casi al mismo tiempo, Tejero regresa a la cámara para anunciar que "la II, III, IV y V Región Militar han dicho 'sí' a Milans del Bosch como presidente del Gobierno". Reina de nuevo la confusión y el nerviosismo en el hemiciclo, que se pregunta cuánto más tendrán que quedarse encerrados allí.

23,45 horas – Reuniones de madrugada con Tejero

El general Alfonso Armada, en las proximidades del Congreso de los Diputados

Este ambiente de crispación y tensión es confirmado por el general Manuel Prieto al reunirse una hora después, pasadas las 23,30 horas, con Antonio Tejero en el hemiciclo. Le pide calma y serenidad al general golpista, y da a conocer que Carrillo, González, Rodríguez Sahagún y Gutiérrez Mellado están encerrados en una habitación del Congreso.

Poco después, entran en el Parlamento José Luis Aramburu Topete, director de la Guardia Civil, y el general Alfonso Armada, de quien se afirma que ya conocía con anterioridad el plan golpista de Tejero con la intención de proponerse a sí mismo como presidente de un Gobierno de salvación. Tejero rechaza esta propuesta: sólo quiere a Milans del Bosch como presidente.

00,30 horas – Conversación telefónica entre Milans del Bosch y Tejero

Ya en la madrugada del 24 de febrero, José Gabeiras, jefe del Estado Mayor del Ejército, ordena arrestar a Milans del Bosch. Este procede a hablar por teléfono con Tejero, que le cuenta el plan de Armada que pasaría por crear un Gobierno de urgencia presidido por él mismo. Milans del Bosch pide a Tejero hacer caso a Armada, pero no logra convencerle. Pasadas las 01,00 horas, Armada sale del Congreso de los Diputados confirmando a la prensa que no ha logrado alcanzar un acuerdo con Tejero.

01,12 horas – El discurso del rey

El periodista Iñaki Gabilondo da paso en la madrugada de Televisión Española a un mensaje de última hora del rey de España: "La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum". Juan Carlos I se muestra leal a la Constitución.

Los papeles parcialmente desclasificados en 2011 sobre lo ocurrido el 23F desvelan una conversación, posterior a este discurso, entre el monarca y Milans del Bosch, que se niega a entregarse de forma voluntaria y a retirar a los efectivos de Valencia. A las 2,30 horas de la madrugada, llega al teniente general un télex enviado por Juan Carlos I.

En él se puede leer: "Confirmando conversación telefónica que acabamos de tener, te hago saber con toda claridad lo siguiente: Afirmo mi rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás". En este mensaje Juan Carlos I también insta de nuevo a Milans del Bosch a retirar las unidades movilizadas y a decirle a Tejero que termine el asalto en el Congreso. Y se muestra tajante: "Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey".

6,00 horas - El principio del fin

Tras varias horas sin pronunciarse, Milans del Bosch decide anular las medidas de estado de excepción que había impuesto en Valencia. Lo hace a las 06,00 horas del 24 de febrero. Tejero, por su parte, sigue reticente en estas primeras horas de la mañana a dar por fracasado el golpe de Estado.

Las actas del Congreso de los Diputados registran otro altercado en el hemiciclo hacia las 08,00 horas: "Algunos ujieres colocan paquetes con leche, jamón, queso y otros productos. Un oficial anuncia que los presentes podrán desayunar en breves minutos. Desde los escaños se oyen voces de: 'No queremos comer. Queremos desayunar a casa'". Momentos después se retiran estos productos.

08,50 – El desafío de Manuel Fraga: "Disparen contra mí"

Los secretarios del Congreso también registran el hartazgo de parlamentarios como Manuel Fraga, que cerca de las nueve de la mañana se levanta de su escaño para reprochar a Tejero su comportamiento. Los asaltantes ordenan a Fraga estar en silencio, pero este, con "voz suficientemente alta para ser escuchado por todos los presentes, dice: 'Yo ya no aguanto más... Disparen contra mí (abriéndose la chaqueta)'".

Los efectivos de Tejero insisten a Fraga que se siente, pero él se opone: "Quiero salir de aquí. Este asunto debe terminar cuanto antes. Estáis arruinando la carrera de estos hombres". Una discusión entre Fraga y Tejero provoca otro revuelo en la cámara, y el político, a punto de abandonar el hemiciclo, pronuncia las siguientes palabras: "Prefiero morir con honra que vivir con vilipendio".

10,00 horas - Las últimas horas de un golpe de Estado fracasado

Los diputados, a su salida del Congreso el 24 de febrero de 1981

En las últimas horas del intento de sublevación militar todo ocurre muy rápido. Los golpistas anuncian que se permitirá la salida de las diputadas, y así lo harán todas a excepción de María Izquierdo y Pilar Bravo. Armada vuelve a entrar a la cámara para negociar con Tejero y un teniente presente en el hemiciclo anuncia hacia las 11,00 horas que "da la sensación de que se está llegando a una solución del problema", y pide colaboración a los parlamentarios.

Si dentro del Parlamento la situación parece controlada, en los exteriores se producen graves altercados protagonizados por grupos de ultraderecha que apoyan la acción de Tejero, pero el teniente coronel ya da casi todo por terminado. A los pocos minutos se declara único responsable del golpe fallido y pide entregarse en el Pardo, acompañado de Armada, que será recordado como un héroe en la negociación del 23F hasta su destitución y arresto, el día 28 de ese mismo mes.

Se aceptan sus condiciones, y a las 11,45 horas Tejero pronuncia las siguientes palabras: "Por favor, se va a desalojar el salón. Lo único que les pido es que colaboren y salgan poco a poco. Pueden salir empezando por las filas. Entre las condiciones que doy es que tienen que salir ustedes. Ellos han aceptado y yo acepto. Se han aceptado todas las condiciones. Acepten ustedes también. Me han aceptado los otros. Por favor". Parece que siempre quedará por saber quién era el Elefante Blanco al que Tejero esperaba en el Congreso el 23F.