Lejos de lo que es una vida en entre rejas, el teniente coronel Antonio Tejero vivió en un lugar más asemejado a un hotel que a una prisión durante los 15 años que pasó encarcelado por rebelión militar. Sin rejas, con barra libre e incluso un mayordomo que le acercaba la comida a su habitación, el golpista cumplió la mitad del total de años de cárcel a los que había sido condenado.
En la cárcel Castillo de la Palma, en Ferrol, el que fue teniente coronel tuvo innumerables permisos para recibir a sus familiares y unas vistas a la ría desde su propia habitación. Así lo han determinado numerosos testimonios.
Rafael Pillado, vicepresidente de la asociación cultural 'Fuco Buxan', aseguró a laSexta que "su celda, que no era una celda, no tenía rejas". "Aquel entorno era propio de alguien al que tratan de forma exquisita", concluyó el expolítico.
También, en declaraciones del historiador Enrique Barriero, se invirtieron grandes cantidades de dinero en llevar calefacción, agua caliente y mobiliario para que el autor del Golpe de Estado del 23 de Febrero en el Congreso de los Diputados estuviera, "más que en una prisión, en un hotel".
Tejero no era el único rodeado de lujos. El mayordomo del golpista Milans del Bosch y de su compañero de cárcel, Torres Rojas, declaró en El Intermedio cómo fue su trabajo: "Les servía todas las comidas y les atendía durante el día". Pero ni con dichos lujos cumplieron la condena íntegra los tres prisioneros. En el caso de Milas del Bosch fueron nueve años y 127 días de prisión los que transcurrieron cuando cumplió los 70 años y salió en libertad.