Si tienen coche, lo habrán notado. Desde junio los precios de los carburantes se han disparado. La gasolina está de media en 1,73 euros el litro y el diésel en 1,68 euros. Ese golpe al bolsillo tiene una explicación: los dos países que controlan el petróleo se han unido y han pactado recortar la producción de crudo.

El barril de Brent -el de referencia- se ha encarecido un 30% desde junio. Su precio está en los 95 euros y se va acercando cada día que pasa peligrosamente a los 100 dólares. "Nuestra prioridad es la estabilidad del mercado", ha dicho el ministro de Energía de Arabia Saudí.

El cierre del grifo del petróleo tiene un efecto preocupante: la lucha contra la inflación se pone más difícil. El precio de los carburantes se han convertido en el peor enemigo. Cuando se empezaba a hablar de una pausa en la subida de los tipos por una menor subida del IPC, ha aparecido el tema del petróleo.

Dificulta reducir la inflación

De hecho el Banco de España ha actualizado este martes sus previsiones: este año y el que viene la inflación se elevará más de lo esperado, y el PIB de España sufrirá una desaceleración en 2024. "Rusia y Arabia Saudí están pactando el precio de los carburantes y eso es una muy mala noticia para el resto de los países", advierte David Hernández, autor del libro 'El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio'.

Y esa alianza entre Arabia Saudí y Rusia tiene otra derivada. El país árabe se está distanciando de Estados Unidos, que era su aliado hasta ahora. Mohamed bin Salmán, el príncipe heredero de Arabia Saudí, está enfadado con el presidente estadounidense y le quiere hacer pagar que le acusara del asesinato de Jamal Khashoggi, el periodista saudí asesinado hace unos años.

Según los expertos, Arabia Saudí está subiendo los precios del petróleo para que se note en las gasolineras de Estados Unidos y así perjudicar electoralmente a Joe Biden. "EEUU ya no es tan amigo de Arabia Saudí, ahora el nuevo amigo de los saudíes es Moscú", relata Hernández en declaraciones a laSexta.