Ni en Fórmula 1 ni en la vida hay que rendirse. No hay que hacerlo porque, en apenas minutos, todo puede cambiar. Todo puede ser diferente a como era anteriormente. Todo puede salir bien, o salir mal. Para Max Verstappen pasó lo primero; para Lewis Hamilton, lo segundo. Todo, en una sola vuelta. Todo, en apenas kilómetros sobre la pista de Yas Marina en el GP de Abu Dabi.

Porque todo estaba perdido para Verstappen. Para el líder del Mundial. Para el que está destinado a mandar en la F1 si el coche acompaña. Estaba todo perdido. Estaba. Lo estaba en la vuelta 57. Pero dejó de estarlo en la siguiente. En una vuelta 58 que pasará a la historia de la Fórmula 1.

Verstappen salía primero, pero se tiró toda la carrera en segundo lugar hasta, que es donde importa, la bandera a cuadros. Max y Red Bull hicieron lo que había que hacer. Decisiones correctas, cambio adecuado de gomas... y fe. Y esperanza. Y no rendirse. Y saber que todo puede pasar.

Latifi lo cambió todo

Estuvo tras Hamilton. Siempre. Presionando. Poniendo nervioso al inglés y a Mercedes a pesar de la experiencia de ambos en ganar Mundiales. Verstappen, en la vuelta 56, lo veía todo mal con un safety car provocado por Latifi que a lo mejor ni se iba. Que a lo mejor era el primero en pasar por meta.

Pero no fue así. Y se fue. El safety car se fue. Y Verstappen se relamía. Con gomas blandas. Con mejores neumáticos. Sabiendo que no tenía nada que perder. Y así fue. En cuanto el SC se fue Max apretó ante un Hamilton que llevaba eones con ruedas duras y que a buen seguro sudaba dentro del casco mientras Mercedes despotricaba por radio ante la FIA.

La curva 5, clave

En menos de 6 kilómetros todo se decidió. Verstappen se acercó, se lo cocinó y adelantó a Hamilton por el interior de la curva 5. Lewis, sin neumáticos, no se rindió y trató de hacer valer su mayor velocidad... pero no se amedrentó Max. No se arrugó. Se defendió. Y dejó claro que por el exterior iba a ser que no.

Curvas de auténtica locura en las gradas, con las banderas neerlandesas al viento y Red Bull gritando de júbilo tras una vuelta que pasará a la historia de la Fórmula 1.

Max Verstappen, campeón del mundo de F1. El premio a no rendirse jamás.

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