En 2018, encarando la última temporada de su nefasta experiencia con McLaren-Honda, Fernando Alonso lanzó un aviso: el día que el samurái tenga una buena espada, estará en condiciones de luchar.
"Tengo mucha confianza en mí mismo. Solo necesito un coche que esté a dos, tres o cuatro décimas de los mejores, con eso podré jugar", explicó entonces el bicampeón del mundo de Fórmula 1.
Recordando sus años en Ferrari, donde mantuvo una frenética lucha contra un superior Red Bull a los mandos de Sebastian Vettel, el asturiano era consciente de que con un coche algo peor que el de la cabeza, podría luchar por victorias.
"En algunos circuitos perderemos, en otros les venceremos. A veces entrará en juego la estrategia para paliar el déficit, pero estaremos ahí", añadió.
Pues bien, cinco años después y tras dejar un paréntesis de dos años sin pilotar en Fórmula 1 y volver de la mano de Alpine, el samurái Alonso al fin tiene en Aston Martin una espada con la que luchar.
Tras lo visto en la primera carrera del año, donde terminó subiéndose al podio, ha quedado claro el rendimiento y potencial real de la marca de Silverstone.
Aparentemente, se encuentran en el mismo escalón de Ferrari, un poco por encima de Mercedes y un paso por detrás de Red Bull. Eso sí, Fernando puede equilibrar la balanza si las mejoras previstas por Aston Martin funcionan. Hasta ahora, los británicos han cumplido su palabra.