Y después de lo que hizo en Estados Unidos,ha llegado el mejor truco de magia de Fernando Alonso en el presente Mundial de Fórmula 1. Ha llegado su mejor carrera en este 2022. Era complicado mejorar Austin, con un Alpine hecho pedazos con el que llegó como pudo a la meta y en zona de puntos... pero sí, lo ha hecho. Lo ha hecho en Brasil, porque el asturiano, bicampeón, ha ganado nada más y nada menos que doce posiciones en las 71 vueltas sobre Interlagos.

Porque arrancaba 17º. Porque no era sencillo. Porque, además, aún en la memoria estaba lo sucedidoen la carrera al sprint con Esteban Ocon. Con su compañero. Su propio compañero. Con un piloto que, a pesar de vestir los mismos colores que él, parece ser sin duda su mayor rival en pista. Y salían juntos.

De nuevo salían juntos. Pero, esta vez, con diferente compuesto de neumático. Con estrategia distinta. Con un plan que hacía, o que podía hacer, que se dejasen de batallas internas. No hubo, y Alonso tampoco lo intentó demasiado en los primeros compases de carrera.

Impecable lectura de carrera

Llevaba el medio, pero supo leer la prueba a la perfección. Imposible a una parada; muy complicado a dos. Pasó por boxes en la vuelta 13. Pronto. Puso medios. Otra vez. El plan le salió a la perfección. Hizo 'undercut' a todos sus rivales por posición y de repente su nombre estaba entre los primeros lugares.

Luego, otra vez a parar. Malísima parada, con más de medio minuto en pit lane que, para comparar, fue diez segundos más lento que el de Carlos Sainz. Pero el plan eran los 'undercut'. Salieron de manera perfecta de nuevo. Pero seguía teniendo una parada más.

Y entonces llegó esa 'suerte' que en muchas ocasiones le fue esquiva. Esa suerte que hay que buscar. Una que, quién lo iba a decir, llegó gracias a un McLaren. Al equipo con el que compiten tanto él como Esteban Ocon. Porque el coche de Lando Norris se paró en plena pista... y eso provocó un VSC que Alonso aprovechó para hacer su última visita a boxes.

Y, por fin, llegó la 'suerte'

Neumático blando. Nuevo. Y, de repente, 'safety car'. Las distancias, inexistentes. Alonso, al ataque. Ocon debía dejarle pasar. Lo hizo... pero necesitó una orden directa para hacer caso a las órdenes de equipo. Luego, a por Vettel. Tremendo adelantamiento. Posteriormente, a por Sergio Pérez.

Se preparó a la perfección su último golpe. Le mostró el coche. Se movió aquí, allá... forzó al mexicano a hacer trazadas extrañas. Y, al final, hachazo para ser quinto.

Hasta el final tuvo dudas. Porque por delante tenía a Charles Leclerc, en casi DRS; por detrás, a Max Verstappen, que tenía una orden de Red Bull de la que pasó olímpicamente. Debía dejar pasar a Pérez si no adelantaba a Alonso. ¿Lo hizo? No. Ninguna de las dos cosas.

Brasil vivió la magia de Alonso

Al final, Fernando Alonso logró una quinta posición más que meritoria en una carrera en la que arrancaba 17º y en la que fue, evidentemente, el que más posiciones ganó con respecto a su posición de salida. Magia. Magia en casa de Ayrton Senna.