Menudo fin de semana que tuvieron en Mercedes. Desde el viernes. Desde que pusieron un pie en Brasil. En Interlagos. Desde que rodaron los primeros kilómetros en la pista sudamericana. Sí, ya desde entonces se veía que no iba a ser el día. Que no iba a ser el fin de semana. Y no, no lo fue. Porque lo del sábado al sprint fue tan solo el comienzo del horror para los de la estrella.

Para George Russell, que ni terminó la prueba. Para Lewis Hamilton, que dejó unas radios inolvidables con continuas quejas en las que quedaba claro que cómodo no estaba. Que no entendía nada. Que algo no marchaba como él quería que marchase. Y eso que el inicio fue prometedor.

Pero ahí se quedó todo. En la segunda salida, ya por delante de Fernando Alonso, vio cómo el asturiano le superaba como si su Mercedes fuera un simple cono de tráfico. Le intentó seguir... y no. No pudo. En unas vueltas ya estaba a no pocos segundos y mirando más por el retrovisor que por delante.

Ni contra Gasly

Los neumáticos fueron un gran problema. Uno enorme, porque los Mercedes se los comían tremendamente rápido. En el sprint Lewis vio cómo hasta el AlphaTauri de Tsunoda le ganaba tras 24 vueltas. Y en carrera...

No pudo ni seguir al Alpine de Pierre Gasly. Era un escollo insalvable. No entendía nada. Pararon a la vez y luego ya ni le vio. Y lo mejor fue su radio. Porque si ya con los blandos y los medios no tiraba el Mercedes lo que él pidió era un problema.

Quedaban unas 25 vueltas para el final. Blandos. Él, no lo tenía del todo claro y lanzó el siguiente mensaje.

"Chicos..."

"Chicos, deberíamos haber puesto los duros", dijo en una frase que sorprendió absolutamente a todos en el 'paddock'. Ni Mercedes sabía qué decir.

Absolutamente nadie puso los neumáticos duros en la prueba de Brasil. Mercedes los probó lo justo, y su idea no parecía ser ni mucho menos adecuada para tratar de hacer algo en Interlagos.

Mal resultado, y ya con la vista puesta en Las Vegas... donde el frío va a ser más que importante. Como Qatar, pero al revés.