Sobrepasado el minuto 89 del partido de vuelta de las semifinales entre Real Madrid y Manchester City de la pasada temporada, el cuadro 'cityzen' aventajaba a los blancos en dos goles (3-5).

Sin embargo, al igual que había sucedido en las eliminatorias anteriores frente al París Saint-Germain y al Chelsea, el Santiago Bernabéu agitó la varita y sacó no uno, sino dos conejos de la chistera.

Primero, un balón cruzado de Camavinga que recoge al primer toque Karim Benzema para poner en bandeja a Rodrygo un tanto que dejaba el empate a tan solo un gol.

Entonces, llegó el culmen de la mística: el cartelón del cuarto árbitro marcaba seis minutos de descuento y el feudo madridista estallaba.

Un centro de Carvajal prolongado por Asensio conectó con la cabeza de un Rodrygo con la capa 'salvador', que puso las tablas en la eliminatoria y dejó a Pep Guardiola con cara de haber visto a un ente celestial, ese que escapa de la lógica y la hemeroteca.

Después, con un City aún tratando de asimilar que el Madrid se había agarrado al 1% de posibilidades que le daba la Inteligencia Artificial, Benzema puso en ventaja al Real con un tanto de penalti en el 95' que mandó a los merengues a París.

Ahora, un año después, se repite el mismo partido en el mismo punto de la competición. En la rueda de prensa previa a la ida, el propio Guardiola ha recordado el que probablemente sea el peor momento de su carrera como entrenador.

"Nosotros vinimos aquí mejor mentalmente el año pasado por ganar la ida... y mira lo que pasó", arrancó Pep, que señaló los "detalles" en los que su equipo 'pinchó'.

"Mendy sacó un balón en la línea y pasó lo que pasó. Esos detalles te llevan a una final o no. Hay un centro que igual deberíamos haber dado otro pase, tal vez debimos dormir la posesión...", añadió el catalán.

"No sé, no sé. Tenemos que hacer una prestación cojonuda en los dos partidos, si no, será muy difícil", zanjó un Guardiola que no quiere revivir la pesadilla en blanco.