'This is Anfield'. Por si Europa lo había olvidado. Por si la Champions ya no recordaba al Liverpool, al gran Liverpool que ganó una orejona y llegó a la final de otra hace poco más de diez años. Con Klopp a los mandos, los 'reds' vuelven a saborear la dulzura de la élite europea y han pasado por encima del Manchester City de Guardiola. Tres a cero en media hora con un tridente letal, pero con la mala noticia de la lesión de Salah.

Duelo inglés en cuartos. Duelo entre dos equipos que se conocen bien, y entre dos técnicos que también se conocen muy bien. Manchester City contra Liverpool; Guardiola contra Klopp, y el partido de vuelta de la Premier en el recuerdo de ambos. No en vano, los 'reds' son el único equipo que ha batido a los 'citizens' en la Premier.

Buen aviso fue ese para Pep y para los suyos... pero se ve que no lo llegaron a entender bien. O al menos eso pareció y parece atentiendo a la primera parte. El Liverpool pasó por encima del City, y Jürgen Klopp dio una lección táctica a un contrario sin respuesta que en media hora ya caía 3-0 víctima del ofensivo equipo del Merseyside.

Y es que si algo tiene este Liverpool es que atacan. Y cuando atacan, hacen mucho daño. Con un tridente de lujo formado por Sané, Firmino y Salah, están exhibiendo músculo en el Reino Unido y en Europa, y están tapando las carencias atrás que a veces sufren. Ante los 'citizens', volvieron a lucir sus mejores armas.

El 1-0 llegó con apenas cuatro toques. A toda máquina salió Firmino en carrera por la derecha, dejó sentado a Otamendi y Salah, tras un error brutal de Walker, definió con la izquierda ante Ederson. La tocó el portugués, no como el misil tierra-aire de Chamberlain en el 2-0 que servía para poner tierra de por medio. El tercero llegó al rato, obra de Mané tras un pase de Salah.

Así es este Liverpool. Cuando pasa el rodillo está al nivel de los más grandes de Europa y ante el City lo pasó. Y de qué manera lo pasó. Pero el Liverpool también tiene otra cara, la de una defensa cuanto menos cuestionable que a pesar del 3-0 dejaba todo abierto en el segundo acto, y más aún con la lesión de Salah, que provocó la salida al césped de Wijnaldum.

Pero Klopp sí aprendió. Sí recordaba lo que sucedió en su victoria sobre Guardiola en la Premier, que cerca estuvo de quedar en nada por precisamente la flojera en la zaga. El Liverpool jugó con intensidad en cada choque y en cada balón dividido. Y también jugó con inteligencia, manteniendo el balón lo más lejos posible de su área y sin florituras en zonas de peligro.

Mucho sudor le costaba al City acercarse a Karius, y mucho más trabajo era mantener el control al siempre peligroso Mané. Pudo reducir distancias, pero el línea anuló un gol legal a Jesus por un fuera de juego inexistente de Sané.