A palos recibieron los guardas del Estadio Azadi, que irónicamente significa 'libertad' en persa, a un grupo de mujeres iraníes aficionadas al fútbol que habían podido comprar entradas para ver a su selección.
"Nos dieron patadas y nos pegaron", cuenta una joven, mientras que otra afirma que "a una chica la tiraron al suelo, le pisaron el pecho y le quitaron el móvil".
No contentos con eso, aseguran, las persiguieron y volvieron a pegar. Y lo que es peor: nada se sabe, denuncian, de al menos dos de ellas a las que arrestaron.
Esto, pese a que Irán prometió aflojar sus estrictas prohibiciones basadas en la retrógrada ley islámica que cada vez más mujeres iraníes desafían con rocambolescos 'camuflajes' para colarse en los estadios o prescindiendo del hijab, lo que a más de una le ha costado brutales agresiones.
La contestación del régimen de los ayatolás a quienes se manifiestan pidiendo algo más de libertad e igualdad ha sido reforzar con 2.000 unidades más la llamada 'Policía de la moralidad'.