Podría ser un viejo revólver, pero para un coleccionista no está cargado de balas, sino de historia. Se trata del arma con el que el sheriff Pat Garret mató al famoso forajido Billy El Niño en 1881 y está a punto de subastarse en una puja que podría alcanzar los tres millones de euros.

La cultura popular ha revalorizado estos objetos hasta convertir en fetiches trozos de ventana. ¿La razón? Fue arrancada de la biblioteca de Dallas donde trabajaba Lee Harvey Oswald: desde allí salieron los tres disparos que mataron a John Fitzgerald Kennedy. También se pagaron dos millones de euros por ella.

Las subastas están plagadas de curiosidades y extravagancias. Otro ejemplo son los 15.000 euros que se pagaron por un mechón de pelo de Elvis Presley o los 20.000 que se pagaron por la piedra del riñón de William Shatner.

El mundo de los cromos ha sido también un ejemplo de esta obsesión por la subasta. Uno en concreto de la NBA, con el jugador Mark Jackson, alcanzó los 2.000 euros. Y no por la valía del jugador: sino por los dos jóvenes del público, que horas antes habían asesinado a sus padres.