LOS COMPRA TODO EL MUNDO (Y CON RAZÓN)
Coches que ves en todas partes, pero quizás por buenas razones
Seguro que te ha pasado: vas por la ciudad, miras a tu alrededor y ahí están. Otro Dacia Sandero, otro SEAT Ibiza... Otro coche más que no te hace girar la cabeza, pero que se repite como el ajo en cada calle. ¿Por qué? Pues porque cumplen, porque cuestan poco, porque fallan menos y hacen lo que tienen que hacer sin prometerte la luna.

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Seguro que te ha pasado: vas por la ciudad, miras a tu alrededor y ahí están. Otro Dacia Sandero, otro SEAT Ibiza... Otro coche más que no te hace girar la cabeza, pero que se repite como el ajo en cada calle. ¿Por qué? Pues porque cumplen, porque cuestan poco, porque fallan menos y hacen lo que tienen que hacer sin prometerte la luna. En un país como el nuestro, con sueldos justitos y ciudades cada vez más complicadas para moverse, eso vale más que un logo premium.
El Dacia Sandero, sin ir más lejos, ha sido el coche más vendido en España en 2024 y sigue liderando en 2025. ¿Casualidad? No. Es el coche nuevo más barato que puedes comprar, y aun así ofrece espacio, una versión Stepway más pintona, y mantenimiento de andar por casa. ¿Y el SEAT Ibiza? Más caro, sí, pero más completo. Bien equipado, fiable, y con el punto de "coche nacional" que le da un plus entre muchos compradores. Es un éxito lógico, no de moda.
Pero lo interesante no es solo que se vendan: es que se revenden bien, se arreglan fácil, y cumplen su función sin dramas. Son coches pensados para gente que quiere ir de A a B sin complicarse la vida ni la cartera.
No son bonitos ni excitantes. ¿Y qué?
Nadie dice que el Dacia Sandero vaya a colgarse en la pared del dormitorio de un adolescente, y el Ibiza, aunque tiene un diseño maduro, tampoco es que arranque suspiros. Pero la belleza ni paga facturas ni evita averías. Lo que estos coches sí hacen es resolver el día a día sin rechistar.
La mayoría de la gente (la mayoría de los conductores, vamos) no busca un coche que gire cabezas. Busca uno que arranque siempre, que no le deje tirado, y que no cueste un riñón mantener, y en eso, estos modelos van sobrados. El Sandero arranca por unos 14.000 euros. El Ibiza, entre 14.507 y 30.768. Pero es que además gastan poco: consumos por debajo de los 5 o 6 litros a los 100, y en el caso del Ibiza con su 1.0 TSI, con buena respuesta y eficiencia.
Estos coches no pretenden emocionar. Pretenden funcionar, y lo hacen tan bien que cada vez más gente los compra, aunque no los presuma.

Cultura del coche útil
España tiene una relación muy pragmática con el coche. Aquí el coche es, sobre todo, una herramienta. Hay romanticismo para los clásicos y gasolina en la sangre para algunos, sí, pero para el común de los mortales el coche es algo que se compra para durar, para no dar problemas, y para moverse sin líos. Por eso triunfan estos modelos, porque responden a ese instinto de compra sensato.
El caso de SEAT es especial: es una marca nacional, con historia, y con presencia en el parque móvil desde hace generaciones. Eso crea familiaridad y confianza, y aunque ahora pertenezca al Grupo Volkswagen, sigue siendo vista como una apuesta lógica y cercana. Dacia, aunque sea rumana y más reciente, ha sabido posicionarse como la marca para los que no quieren pagar de más. Su marketing va de cara, sus precios también.
En un país donde el 50% de las decisiones de compra se toman en el concesionario y donde los anuncios en la tele aún marcan tendencia, el boca a boca cuenta. Si todo el mundo tiene uno de estos coches… será por algo.
Lo común tiene su porqué
Ver un coche en todas partes puede parecer aburrido. Pero también puede ser la prueba de que la mayoría no se equivoca. El Sandero, el Ibiza y otros modelos similares no están diseñados para emocionar. Están diseñados para funcionar, para durar, y para costar lo justo, y eso, en el fondo, es lo que más valor tiene cuando el coche no es un juguete, sino una necesidad.
Porque sí, puedes soñar con un Alpine o un RS6. Pero cuando te toca pagarlo, mantenerlo y usarlo cada día, el Sandero que ves aparcado en cada esquina empieza a tener todo el sentido del mundo.
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