Olga y Carlos, padres de Ariadna, que se quitó la vida con 18 años, son supervivientes de suicidio, los grandes olvidados. Dicen que les costó entender algunas respuestas a preguntas que todavía hoy se hacen. Afrontar el día a día sin su hija fue lo más difícil, empezando por lo más básico, por tareas aparentemente sencillas como hacer la compra. "La primera vez que tuvimos que ir a un supermercado fue tremendo, me derrumbé en un pasillo", explica Olga. "Para mí, tender la ropa durante muchísimo tiempo ha sido una tortura, pero había que hacerlo", sostiene Carlos.
Empezaron a acudir a terapia para canalizar el dolor y en medio de ese naufragio emocional llegó un salvavidas. "Fue de gran ayuda contactar con una asociación que estaba formando un grupo con supervivientes de suicidio, ahí soltamos todo nuestro desconsuelo, nuestro dolor. Una de las cosas que nos salvó la vida, nos abrió un camino para expresarnos, desahogarnos", apunta Olga.
A partir de esa experiencia, para ayudar a la prevención del suicidio, decidieron que iban a compartir su historia con otros. La primera charla fue en el instituto de su hija. "Vinieron muchísimos padres, nadie tenía problemas sólo iban a escuchar, pero al cabo de un mes nos enteramos que había algunos jóvenes se habían intentado suicidar y otros lo habían pensado", apuntan.
Estos padres han recordado en laSexta Columna cómo intentaron ayudar a su hija antes de que se suicidara y han explicado los signos que vieron en ella, como muestra el vídeo.
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