La batalla del Ebro se resume en 113 días de bombas, disparos, hambre y terror. Fue la batalla más larga de la Guerra Civil y hasta 13.000 hombres murieron en la última gran ofensiva del Gobierno republicano.

Francisco J. Leira-Castiñeira, autor de 'Soldados de Franco', señala que "lo que quería una parte del Gobierno era alargar el conflicto; veían que había una posibilidad de que estallase un conflicto europeo y que en ese contexto, Francia y Reino Unido se podrían posicionar a favor de la República y les podría ayudar a ganar la guerra".

Por su parte, Ana Martínez Rus, doctora en Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, afirma que "de hecho, la Guerra Civil española finaliza y tan solo meses después estalla el conflicto en Europa que luego va a ser mundial". "No estaba tan desencaminado, el tema es que ya la suerte de la República estaba echada", expresa.

La República necesitaba alargar la guerra para que la Europa democrática dejara de darle la espalda, por lo que llamó a la ofensiva del Ebro a los que antes se habían considerado demasiado jóvenes para luchar, como Jaume, quien, "solo tenía 17 años".

El hombre cuenta a laSexta Columna que, siendo tan joven, "solo pensaba en jugar". "El primer día que nos llevaron allí a los barracones, y había pacas de paja para dormir por la noche, pero el primer día no dormimos, todo el mundo corría, no teníamos ni idea de lo que era una guerra", recuerda.

Jaume era menor de edad cuando fue a luchar al Ebro, y formaba parte de los 30.000 jóvenes de entre 17 y 18 años que en 1938 la República mandó al frente, conocidos como la 'Quinta del biberón'.

En este sentido, Ana Martínez Rus, indica que "se tuvo que ir reduciendo la edad porque pasada la euforia inicial en la que en ambas zonas hay una incorporación voluntaria, llegan noticias de que la guerra no es tan heroica, ni tan épica, sino que hay chinches, barro y puedes morir, y el voluntarismo ya no es tan entusiasta, por lo que hay que recurrir a los reclutamientos forzosos".

En la misma línea, J. Leira-Castiñeira, declara que "se tuvo que ir echando mano de lo que había y le tocó a la 'quinta del biberón', unos chavales que apenas tenían 17 años, o 16". Muchos no tenían ni 18 años, pero se les encomendó una misión clave: pillar por sorpresa al Ejército golpista cruzando el río Ebro con barcazas.

Sin embargo, Jaume no llegó a hacerlo porque los franquistas les descubrieron y empezaron los disparos. "Teníamos que saltar al río detrás de la infantería, pero como murieron tantos y había tantos heridos, nos dijeron que dejáramos las ametralladoras, que cogiéramos las camillas e hiciéramos de camilleros", manifiesta Jaume Calbet, quien luchó en el bando republicano en la Guerra Civil.

Cada vez que se acercaba la aviación fascista, Jaume se tiraba al suelo: "Subíamos la montaña con la camilla y cuando los veíamos dejábamos la camilla y nos acurrucábamos", cuenta, el hombre para quien su único contra el terror era morder el palo que le acompañaba siempre para que no le estallaran los tímpanos. "Tenía un cordón con un trozo de bastón para que cuando estaba en la tierra y bombardeaban cerca, ponerlo en la boca y que se quedara abierta", recuerda.

Asediado por las bombas y por el calor, aquel julio de 1938, el Ejército republicano no tenía agua potable para beber. La única fuente era un Ebro plagado de cadáveres. "Como hacía tanto calor, solamente bebíamos agua del río, había muchos muertos por allí y todo. Aquello estaba infectado, y al final cogí una infección intestinal".

(*) Desde laSexta.com estamos recuperando los mejores reportajes de laSexta Columna, como este emitido el 27 de mayo.