Solo unos días después del fusilamiento de Julián Grimau y en plena ola de protestas en Europa contra Franco, el dictador se dejaba ver en una corrida de toros. Con sombrero para no quemarse y prismáticos para no perderse nada, Franco incluso se rodeaba de estrellas de cine de la época, como Ava Gardner, para lavarle la cara al régimen.
Sin embargo, hubo sectores de la dictadura que no estaban tan radiantes. Gabriel Elorriaga, en aquellos tiempos mano derecha de Fraga en el Ministerio de Información y Turismo, confiesa 60 años después que vivió el asesinato de Grimau "con disgusto", pero no lo suficiente como para dimitir: "Si estabas dentro de unas instituciones de un régimen, y ese régimen, aunque te estaba dando bazas para avanzar en un proceso hacia la democratización, te daba algunos disgustos, pues te los tenías que tragar", afirma el exjefe de Gabinete de Fraga en el vídeo sobre estas líneas.
"Lamento mucho que se haya aplicado una pena de muerte", asegura Elorriaga, que añade que "fue injusto porque para mi son injustas todas las penas de muerte".
Una historia de auténticos espías
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Columnas de la Historia laSexta columna ahonda en los diarios del jefe de los espías de la época, Emilio Alonso Manglano, para reconstruir cómo el poder se movió entre las sombras para tapar sus vergüenzas o destapar las del contrario.