Después del fusilamiento de Julián Grimau, las calles de Europa se llenaron de rabia. La misma Europa en la que quería entrar la dictadura franquista se llenaba de pancartas que llamaban a Franco asesino. "Algunos de los responsables económicos de la tecnocracia del Opus dijeron que el asesinato de Grimau supuso el retraso de más de una década en la homologación de España al mercado común europeo", explica el historiador Fernando Hernández Sánchez.
El futuro presidente de Francia Giscard d'Estaing, de visita en España cuando Grimau fue ejecutado, regresó inmediatamente a su país y el rostro del líder comunista llenó las portadas de la prensa internacional. El objetivo que tenía la dictadura al asesinar a Grimau no había funcionado.
El asesinato de Grimau fue tan inútil para la dictadura que un informe secreto de la Brigada Político-Social reconocía que este caso no solo había logrado que el régimen se tambaleara, sino que aceleró un acuerdo entre todas las fuerzas de la oposición. Ángela, la viuda de Grimau, hablaba desde Francia de la tortura y fusilamiento de su marido, que consideraba la última víctima de la Guerra Civil, y reclamaba la paz. El padre de Belén Rebollo, Alejandro, el abogado militar que defendió a Grimau, también sufrió la represión. La dictadura le obligó a dejar el ejército y su carrera como abogado: "Intenta sacar oposiciones a letrado de Consejo de Estado y le dicen que eso está vetado a alguien como él. Le llamaron rojo directamente", recuerda Belén.