Antes de que comience la conversación entre toda la familia Moliner y Pedro Sánchez, Jordi Évole les pide que diga cada uno una palabra para definir al PSOE. A diferencia de la que elige el secretario general del partido: “cambio”, todas las demás son: “desencanto”, “confundido”, “indefinido”, “desconcierto”…
Ninguno de los Moliner se siente identificado actualmente con la política del PSOE, y hacen referencia a la reforma del artículo 135 de la Constitución que Pedro Sánchez votó en el Congreso como diputado del Gobierno de Zapatero, un acto en el que les vieron cierto parecido al Partido Popular. “Yo voté y he propuesto completarlo. Uno, teníamos que haber consultado; y dos, yo creo que nosotros en ese artículo 135, al igual que defendemos la estabilidad presupuestaria, tenemos que decir que defendemos, con la misma intensidad que el pago de la deuda, la financiación de nuestros servicios públicos”, se explica Sánchez.
"La gente no cree que el Partido Socialista sea capaz de solventarlo"
Eloi Moliner le muestra al líder socialista su total desencanto con la situación actual: “Hay miseria en las calles, hay un paro increíble, los jóvenes no tienen trabajo... Todo eso está pasando, digamos. Y la gente no cree que el Partido Socialista sea capaz de solventar eso. Esto es muy grave”, y se dirige a Sánchez para que reaccione: “Ustedes no han cumplido con las expectativas de lo que necesitaban las clases populares”.
Tras las palabras de Eloi, Pedro Sánchez quiere dejarles claros los papeles de su partido, y las diferencias que tiene con el Partido Popular: “Es verdad que en algunos momentos nos hemos visto contaminados por esa suerte de coalición entre el Partido Popular y el Partido Socialista para defender a los poderosos”, y por ello pide perdón a quienes lo han percibido así y les intenta dejar claro que “el PSOE sigue siendo la alternativa al PP”.
Valencia, día uno
El alcalde de Alfafar confiesa que estaba "tirando de una señora para que no se la llevase la corriente" cuando saltó la alarma
Mientras que unos pedían helicópteros para buscar a sus vecinos ya desaparecidos, otros convertían sus ayuntamientos en auténticos refugios. En Alfafar, su alcalde rescataba a una vecina.