Jon Fosse (en conversación con Eskil Skjeldal)
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun
Editorial: Debate
Año de publicación original: 2015
"El sueño es escribir una prosa que hable con el sonido del silencio". Quien haya leído a Jon Fosse sabe que sus libros no son como los demás. El noruego tiene la habilidad de saber llevar a sus lectores más allá de las palabras. Es capaz de contar mucho más de lo que dice, de atrapar lo intangible. De acercarse a esa verdad oculta que hay en todas partes y que no se puede ni siquiera rozar.
Todas las ideas de Fosse sobre misticismo, espiritualidad y religión están recogidas en 'Misterio y fe'
Esa aspiración, esa constante búsqueda del espíritu de la vida, está muy relacionada con la idea de Dios que Fosse tiene en la cabeza. Una especie de energía incomprensible y esquiva que cubre todas las cosas y todos los seres del universo. Y todas esas ideas sobre el misticismo, la espiritualidad y la religión están recogidas en Misterio y fe, una pequeña conversación editada por Debate.
El libro está basado en una entrevista que le realizó el periodista y teólogo noruego Eskil Skjeldal para un anuario católico del país. Después de tres días de conversaciones, el propio Fosse editó el resultado para ampliar algunas respuestas y convertir aquella conversación en un ensayo sobre su manera de entender la religión.
La conversión
Jon Fosse cuenta en este libro algo que ya ha explicado alguna vez en más de una entrevista. Que durante más de veinte años escribió compulsivamente obras de teatro, que eso le llevó a enfrentarse a multitud de actos sociales amplios en los que su timidez le generaba mucha ansiedad y que apaciguó todo aquello con grandes cantidades de alcohol.
Y llegó un momento en el que empezaba a beber cada vez antes, lo hacía a diario e incluso dejó de comer. Eso le provocó un colapso físico y espiritual. Se derrumbó, cayó redondo metafórica y literalmente y entendió que ese espacio de su vida y de su personalidad que llenaba con el alcohol tenía que desaparecer. Y eso le obligaba a cambiar.
"La moderación nunca ha sido mi lado fuerte, se trate de lo que se trate: fumar, beber, escribir o leer"
"La moderación nunca ha sido mi lado fuerte, se trate de lo que se trate: fumar, beber, escribir o leer", explica en esta conversación. Por eso empezó a leer literatura cristiana, teología. Y se acercó a la iglesia católica noruega, a la que ya pertenecía su mujer. Decidieron que querían compartir la misma confesión y Fosse dio el paso.
Se convirtió al catolicismo pero no defiende que la religión le salvara. Es algo más complejo que eso. "Me he acercado a la fe por medio de la depresión y la angustia, y hasta cierto punto, por medio de una actitud autodestructiva que acabó en alcoholismo", explica. Aún así, va a misa al menos una vez a la semana, se arrodilla ante el altar, comulga y reza el rosario todo lo que puede. Si se tercia, mañana, tarde y noche. Algo que asume que "puede resultarle embarazoso a los que miran desde fuera".
La ingenuidad de la fe
A partir de su propia experiencia, Fosse traza las líneas básicas de lo que él considera su fe y el libro se convierte en una especie de manual de filosofía teológica en el que se puede seguir las huellas de un Dios alejado de los dogmas clásicos. No hay padre todopoderoso que todo lo ve. "La imagen de Dios con la que yo me crie estaba completamente secularizada. Se la habían tomado al pie de la letra, la habían mundanizado, y ya nada tenía que ver con lo incomprensible, con lo indecible", explica.
"La fe requiere una mente infantil, una especie de ingenuidad, al igual que lo requiere el arte"
Para Fosse no hay cielo ni infierno y, sin embargo, hay también algo de todo eso. Hay una interpretación muy interesante de esas metáforas. Pues Dios es para Fosse un todo que todo lo habita y en todo está. Incluso precede a ese todo, por lo que se podría decir también que es la nada. Y al morir, lo bueno que hay en nosotros vuelve a ser parte de Dios y lo malo arde en el infierno hasta reducirse a nada, a Dios.
Por supuesto, guiado por su profunda inteligencia, Fosse es capaz de salvar las contradicciones que la fe supone, asumiendo las limitaciones y las debilidades que tenemos como humanos. "La fe requiere una mente infantil, una especie de ingenuidad —al igual que lo requiere el arte, por cierto, nadie es poeta sin cierto grado de ingenuidad— y la ingenuidad contiene estupidez y sabiduría al mismo tiempo", dice en un momento de la conversación.
La mente del Nobel
El resultado es un libro realmente interesante, en el que adentrarse un poco más en uno de los cerebros más privilegiados de la literatura del siglo XXI. Jon Fosse, galardonado con el premio Nobel en 2023, ha limado un estilo absolutamente personal a lo largo de sus obras de teatro y sus novelas.
Títulos como la inabarcable Septología, siete novelas relacionadas en las que Fosse hace desaparecer la estructura clásica de la frase para lograr un texto más lírico y sugerente, capaz de conectar con el lector en varios planos y hacerle partícipe de algo más que una historia relatada.
Leer 'Misterio y fe' es aprender también de uno mismo
Su manera de pensar, su rechazo a los convencionalismos -habla en la entrevista de "aversión al consenso y a lo políticamente correcto"-, su defensa del sufrimiento como motor de búsqueda y el peso de la muerte como elemento ineludible de nuestra existencia, iluminan aspectos oscuros de nuestra vida. Leerle en Misterio y fe es aprender también de uno mismo.
"La angustia (...) hace que te veas a ti mismo, desde fuera, como lo que eres: un ser que todo el tiempo se elige a sí mismo en un movimiento continuo hacia su propia abolición", dice Fosse. Y eso, a pesar de ser absolutamente terrible, de algún extraño modo, tranquiliza.
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