Felipe Lagarejo es psicólogo del Servicio de Intervención de Urgencias, y actualmente recibe a los palmeros que han sufrido pérdidas por la erupción del volcán de la Cumbre Vieja. Según explica, el problema es que "el impacto vivo de las emociones sigue cambiando, por lo que es difícil empezar el duelo. Una de las emociones más críticas es la vulnerabilidad de que esto no ha acabado".

Por este motivo, los psicólogos tratan de atender a personas que llevan "días sin parar de llorar": "Hay gente con alucinaciones auditivas y visuales producto del estrés". Incluso, tratan de prevenir situaciones extremas como suicidios: "Este incidente (la erupción) es un desencadenante importante. Hay mucha gente que lo ha perdido todo".

En este sentido, ha destacado que existen dos enfoques diferentes: el que precisan las familias que se han quedado sin nada y el que requieren quienes aún están sumidos en la incertidumbre al desconocer si la lava engullirá finalmente su casa o no. "La persona que ya sabe que lo ha perdido todo puede empezar a iniciar su duelo, aunque sea con los efectos post-traumáticos. La persona que todavía no sabe si lo ha perdido tiene la incertidumbre, que es un peso añadido a la tristeza", ha indicado.