El incendio arrasó más de 7.000 hectáreas, la sierra calcinada y 2.400 vecinos desalojados. Al desastre ocasionado por las llamas se le ha sumado otra catástrofe: la contaminación de las aguas.

Un mes después del incendio, las primeras tormentas. El agua arrastra lodo y cenizas. Los vecinos y hosteleros temen pérdidas económicas mayores de las esperadas.

Las piscinas naturales de Extremadura son uno de los bienes más valorados del turismo en verano. Normalmente se carcaterizan por su agua cristalina, pero ahora están muy sucias.

Estaban viviendo uno de los veranos más productivos pero con el incendio del 6 de agosto todo se volvió negro. La Sierra de Gata sigue siendo verde, por eso insisten con un mensaje: La superficie quemada es solo del 10%. Hay muchos espacios verdes aún y animan a los visitantes a que no abandonen la zona.