La Policía y el FBI investigan la desaparición de Ana María, una mujer colombiana residente en Miami que llevaba tres meses viviendo en España cuando se le perdió la pista el pasado 2 de febrero en extrañas circunstancias. La mujer, de 40 años, atravesaba una separación complicada cuando se trasladó a Madrid y la misma noche de su desaparición alguien pintó con spray negro la cámara del telefonillo y la cámara de seguridad del portal de su casa.

Al día siguiente, dos de sus amigas recibieron el mismo mensaje, con tres horas de diferencia, en el que Ana María supuestamente aseguraba haber conocido a "una persona maravillosa" y avisaba de que se iba con él a pasar unos días. Sin embargo, su familia no reconoce su forma de escribir en esos mensajes y pone en duda que los enviara ella.

Beatriz de Vicente analiza este caso en Más Vale Tarde, donde incide en que el protocolo en estos casos pasa por examinar su entorno de la persona desaparecida porque "en el 90% de supuestos, matamos a personas que conocemos, así que el autor de una desaparición inquietante o de un crimen siempre está, salvo en ese 10% extraño, en el entorno de la víctima".

"Ahora están haciendo lo que se llama el 'análisis victimal'", detalla la abogada y criminóloga, que diferencia este proceso de "la autopsia psicológica", que "se hace cuando se piensa que hay un suicidio o una desaparición voluntaria". En este caso, no obstante, De Vicente considera que "hay muchísimos indicios de una desaparición inquietante" y destaca que Ana María tenía "planes de viaje el 5 de febrero" y "proyectos e ilusiones".

Tras dos semanas sin rastro de la mujer, De Vicente subraya la importancia del tiempo en una desaparición: "Todo lo que no se resuelve en 48 horas, la Policía sabe que es un laberinto endemoniado. El tiempo es el mejor aliado de la impunidad", asevera.