Byung-Chul Han

Traductora: Lara Cortés

Editorial: Paidós

Año de publicación: 2025

Uno publica anualmente ensayos que versan sobre la falta de tiempo, la hiperproductividad y demás enfermedades endémicas del capitalismo. La otra tuvo todos los males del siglo XX pegados a su piel y renunció a todo con tal de estar con quienes menos tenían. El primero es Byung-Chul Han, filósofo surcoreano, superventas y una de las voces más leídas dentro del mundo de la filosofía actual. La otra Simone Weil, cuya obra parece haber cobrado especial interés en nuestro tiempo.

En Sobre Diosexplora los pensamientos de Weil para llegar a conclusiones que se adapten a la "crisis de fe que atraviesa el mundo", en palabras del autor. Por el camino reflexiona sobre cómo la oración puede paliar nuestro déficit de atención y señala al silencio y la contemplación como remedios para las ansiedades del ahora. Pero también propone redefinirnos como humanos para adaptarnos a un Dios al que Han se empeña en resucitar a pesar de que Nietzsche le diese muerte hace ya más de un siglo.

La filósofa de todas las miserias

Quienes se hayan aproximado a la obra de Weil se han encontrado con una obra compleja en forma y contenido. A los preceptos marxistas se les une un lenguaje cargado de catolicismo, misticismo y fe. Navegar entre su pensamiento es asomarse además a un siglo de regímenes totalitarios, dos guerras mundiales y una producción literaria constantemente interrumpida por la necesidad de su autora de ayudar a los demás.

El filósofo surcoreano admite sentirse imbuido de ella en el prefacio de su último libro. La describe como "la figura intelectual más brillante del siglo XX" y nos propone una nueva teología adaptada también a un nuevo concepto de humanidad. Para Han Dios noestá muerto, pero sí que lo están aquellos seres humanos que predicaron en su nombre.

La propuesta de un nuevo Dios debe ir acompañada de una noción distinta de ser humano

Para el escritor hoy somos otros, y la propuesta de un nuevo Dios debe ir acompañada de una noción distinta de ser humano y de qué necesitamos como tales. Las ideas de Weil también giraban en torno a una resignificación de los símbolos cristianos. La cruz de Cristo pasaría a ser un símbolo del sufrimiento universal, una constante en las preocupaciones de la pensadora que pretendía desligar el contenido de un continente cuyos valores como institución habían quedado vacíos tras dos guerras mundiales.

Hacer hueco a Dios

Simone Weil mantenía que debíamos hacer hueco a Dios, vaciarnos de lo que la filosofía zen tilda de ego para poder aceptar valores universales. Han sigue un camino similar y termina de vincularlo a la filosofía oriental para proponernos una contemplación divina que nos permita dirigir la mirada hacia el mundo y abandonar la propia. Solo de esta forma podremos realmente ignorar el ruido que nos rodea.

Propone un ejercicio de observación atenta para reconectar con una divinidad y nosotros mismos

Han se opone a la máxima nietzscheana de la muerte de Dios y acusa al ruido de habernos ensordecido. La culpa es del sonido de nuestro propio consumo, de una vida desligada de la contemplación de la naturaleza, de la capacidad de abstracción y de la empatía sesgada de nuestro día a día.

Es por eso que propone un ejercicio de observación atenta, como el que mantenía Weil, para reconectarnos con una divinidad que nos haga más humanos y conectados los unos con los otros espiritualmente.

Weil, una vida dedicada al resto

Estudiante de filosofía, compañera de aula de Simone de Beauvoir, marxista, sindicalista, profesora de los obreros de las fábricas francesas, miliciana en la guerra civil española y parte de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial. La biografía de Weil se mueve entre la vida de una mística, aspirante a la canonización (nunca fue así porque jamás formó parte de la iglesia católica) y la de una mujer siempre en el lado correcto de la historia.

La filosofía de Weil se ha revitalizado en los últimos años, síntoma de que seguiremos leyéndola

Los últimos cinco años, quizás aquejados por la pandemia y la falta de perspectivas futuras, la filosofía de Weil se reeditó como un bálsamo para tiempos espinados. Hoy observamos su pensamiento a través de la mirada de Byung-Chul Han y quizás comprendemos un poco mejor a quien sus contemporáneos no supieron clasificar. En cualquier caso, es un síntoma inequívoco de que seguiremos hablando sobre Weil unas cuantas décadas más.

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