El Tetris, obra maestra de Alexey Pajitnov, científico ruso, puso en una situación complicada a la URSS en plena Guerra Fría. La propiedad intelectual estaba en manos del Estado, pero Pajitnov desafió las reglas regalándolo entre amigos. La batalla legal y geopolítica para llevarlo a EEUU se convirtió en una de las historias más intensas de los años 80.

Henk Rogers, diseñador de videojuegos, descubrió Tetris en Las Vegas y vio su potencial en las consolas portátiles. Tras colarse en la URSS, convenció al Gobierno de Gorvachov para obtener los derechos. En 1989, Tetris se lanzó con la Game Boy de Nintendo, vendiendo 3 millones de consolas al instante, desafiando al gigante comunista.

A pesar del éxito, el verdadero creador, Alexey Pajitnov, no recibió beneficios hasta una década después. La propiedad intelectual seguía en manos de la URSS, reconociéndose recién en 1996. Mientras Nintendo se enriquecía, Pajitnov y Rogers luchaban por obtener los derechos en todo el mundo.

Lejos de Moscú, Pajitnov y Rogers poseen todos los derechos de Tetris en su propia compañía. Aunque falta la sombra de la traición por parte de un amigo del creador, quien afirma haber sido engañado para ceder todos los derechos, el legado del juego sigue vivo, desafiando fronteras y uniendo piezas en todo el mundo.