Campaña de imagen
Sonrisas, agua y hasta abrigo: la versión de Israel sobre la Flotilla que quiso que creyéramos
La otra cara Las imágenes oficiales muestran tranquilidad y civismo, mientras la verdadera experiencia fue miedo, tensión y un ejército armado apuntando con cañones de agua a personas desarmadas. La versión que llega al mundo no refleja lo que pasó realmente.

Lo que vimos desde los barcos de la Flotilla hacia Gaza no es lo que el mundo vio gracias a Israel. Allí, el ejército irrumpió con armas, cañones de agua a presión y una fuerza abrumadora, mientras activistas de más de 40 países mantenían las manos en alto, desarmados y sin resistirse. Pero las imágenes que se difundieron al exterior cuentan otra historia: calma, sonrisas y hasta gestos de amabilidad.
Israel ha convertido esta operación en una campaña de imagen perfectamente calculada. Primero, la Flotilla no aparece como tal: siempre hablan de la 'Hamas-Sumud Flotilla', intentando vincularla con la organización palestina. Segundo, los detenidos aparecen sonrientes, recibiendo mantas y botellas de agua, como si la detención fuera un trámite amable y no el choque con un ejército armado. El mensaje está claro: todo bajo control, todo en calma, todo correcto.

Greta Thunberg se convirtió en la imagen central de esta campaña. Tras ser detenida, las fotos la muestran tranquila, recibiendo un abrigo y agua, acompañada de otros activistas que también sonríen. Es la foto perfecta: transmite seguridad, normalidad y cuidado. Pero quienes estaban allí saben que la realidad fue muy distinta: miedo, tensión y un ejército apuntando con armas a personas desarmadas.
El mensaje final de Israel lo resume todo: "La provocación de Hamas-Sumud ha terminado. Ningún yate ha violado el bloqueo legal. Los participantes serán deportados a Europa". Con estas palabras y estas imágenes, Israel logra vender una versión de los hechos que transforma una operación militar agresiva en una historia de civismo y cuidado.
Detrás de esas sonrisas y botellas de agua hay un despliegue de poder que nadie vio. Israel ha conseguido que su versión sea la que llegue al mundo, mientras la verdadera tensión, la violencia y la intimidación quedan fuera del encuadre. La realidad de la Flotilla —la de un ejército enfrentando a ciudadanos desarmados— se convierte así en una historia empaquetada, clara, fácil de digerir y completamente distinta de lo que realmente pasó.
Israel ha vendido su discurso. Y mientras el mundo ve fotos de activistas felices y bien tratados, lo que ocurrió en realidad sigue escondido detrás de la cámara.
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