¿Solución o un nuevo problema?
Comprar una habitación: la nueva (y polémica) fórmula para entrar en el mercado inmobiliario
La otra cara Un nuevo modelo permite ser copropietario de una habitación y de parte de las zonas comunes. Sus defensores lo presentan como inversión, mientras que desde el sector lo tachan de especulación.

Resumen IA supervisado
El mercado inmobiliario en España presenta una nueva tendencia: la compra de habitaciones en lugar de pisos completos, especialmente en ciudades como Madrid y Barcelona. Esta modalidad, similar a una multipropiedad, permite adquirir la titularidad de una habitación y un porcentaje de las zonas comunes, con precios que oscilan entre 40.000 y 100.000 euros. Para algunos, es una inversión y una forma de acceder a la propiedad, mientras que otros lo ven como una posible herramienta especulativa que podría agravar la crisis inmobiliaria. El Sindicato de Inquilinos advierte sobre el riesgo de especulación, y muchos jóvenes consideran esta opción como un síntoma de la distorsión del mercado.
* Resumen supervisado por periodistas.
El mercado inmobiliario en España parece reinventarse cada cierto tiempo, casi siempre para mal. Lo último no es ya alquilar un piso por habitaciones, sino directamente comprar una habitación.
Una fórmula que empieza a asomar en grandes ciudades como Madrid o Barcelona y que, en algunos casos, pone precio de vivienda a lo que antes era simplemente una estancia: hasta 100.000 euros por cuatro paredes y derecho a zonas comunes.
De inquilino a copropietario de una habitación
Para Jorge, hacerse con un piso completo era imposible. Con un sueldo medio y precios disparados, la compra de una vivienda se convirtió en un sueño inalcanzable. Tampoco quería seguir pagando alquiler: "Mes a mes estaba tirando el dinero", cuenta. La alternativa que encontró fue esta nueva modalidad: comprar una habitación dentro de un piso compartido.
El modelo funciona de manera parecida a una multipropiedad, pero con matices. El comprador paga por la titularidad de una habitación concreta y, además, obtiene un porcentaje de las zonas comunes: cocina, salón, baños. Jorge lo ve como una inversión: "Ese dinero que pago mensualmente es una forma de inversión también. Al final, soy propietario de algo y no solo un inquilino más".
"Eres propietario real"
Empresas como habitacion.com han empezado a abrirse camino con esta idea. Su CEO y cofundador, Oriol Valls, lo defiende sin rodeos: "Desde el minuto uno figuras como propietario en el registro de la propiedad. Eres propietario real. Es tuyo y puedes usarlo, venderlo o incluso alquilarlo después si quieres".
Porque esa es otra de las claves: no hace falta vivir en la habitación que se compra. También se puede alquilar a un tercero, como si fuera una pequeña inversión inmobiliaria en formato reducido.
¿Solución o un nuevo problema?
Para algunos, la posibilidad de adquirir una habitación ofrece al menos una puerta de entrada a la propiedad frente a un mercado imposible. Pero para otros no es más que una vuelta de tuerca que puede empeorar aún más las cosas.
Desde el Sindicato de Inquilinos alertan del riesgo de que se convierta en un mecanismo especulativo. "Quienes compran una habitación, lo hacen como inversión, para especulación, no para vivir", denuncia su portavoz, Fernando de los Santos.
El precio tampoco parece ser precisamente asequible: entre 40.000 y 100.000 euros, según la ubicación. Para muchos jóvenes que hoy comparten piso, esta idea es más un síntoma del problema que una solución.
"Es un poco vergonzoso. Como no podemos comprar una vivienda, tenemos que recurrir a una habitación", se queja una joven. "Es una atrocidad. Nos merecemos un techo y esto se está convirtiendo en un negocio", protesta otra. "Para el mercado no creo que sea bueno", añade un tercero.
Comprar una habitación suena a remedio desesperado. Lo que nació como una opción para quienes no pueden acceder a una vivienda completa, corre el riesgo de convertirse en un nuevo escalón de precariedad inmobiliaria.
Al final, lo que deja entrever esta tendencia es un diagnóstico claro: en las grandes ciudades, tener un techo propio se ha convertido en un lujo. Y mientras unos lo ven como la única vía de entrada al mercado, otros lo señalan como la muestra definitiva de hasta dónde ha llegado la distorsión del precio de la vivienda en España.
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