Hace justo tres años, en España empezamos a comprender que el COVID era una amenaza real. Aún no se había decretado el estado de alarma. Pero los colegios abrieron sus puertas por último día. Los niños no volvieron a las aulas hasta seis meses después.

9 de marzo de 2020. España duplicaba los casos de COVID registrados el día anterior. Ya se habían cerrado algunas aulas para evitar contagios masivos. Pero aquel día la Comunidad de Madrid anunció la medida que más iba a cambiar nuestras vidas: "El Consejo de Gobierno ha autorizado algunas restricciones que siento comunicarles pero son imprescindibles. Suspensión de la actividad docente presencial en todos los niveles educativos," anunciaba la presidenta, Isabel Díaz Ayuso.

Madrid fue la primera en anunciarlo, pero ese miércoles de marzo se cerraron los colegios en dos zonas más con transmisión comunitaria alta. Además de Madrid, La Rioja amaneció ese día con colegios, guarderías y universidades vacíos. Y también la provincia de Álava. Al día siguiente, el propio presidente del Gobierno pidió al resto de comunidades que hicieran lo mismo. Así que todas acabaron suspendiendo las clases a lo largo de la semana.

El 16 de marzo ningún estudiante, en todo el país, fue a clase. Algunos padres ya habían optado por no llevar a los niños al cole en los días previos. Para otros se convertía en un dilema compatibilizarlo con el trabajo, cuando los abuelos eran grupo de riesgo.

La imagen de España a partir de aquel día fue de aulas y patios vacíos, pupitres recogidos, sin profesores, sin recreo, sin compañeros. Fueron semanas muy duras para los padres y para los niños. Sólo se pudo confirmar la vuelta al cole dos semanas antes de empezar el nuevo curso.

"Hemos alcanzado un acuerdo total con las comunidades autónomas sobre actuaciones coordinadas en salud pública frente a la COVID-19 para los centros educativos durante el curso 20-21. Actividad lectiva presencial, como hemos venido reiterando para todos los niveles y etapas del sistema educativo," afirmaba la entonces ministra de Educación, Isabel Celáa

El regreso desbordó las emociones. Mascarillas para todos, pupitres alejados o restricciones en el patio. Pero al fin de vuelta en el cole.