Lech Walesa, ex presidente de Polonia, es una figura icónica que pasó de ser electricista a liderar la revuelta obrera de Gdansk en 1980, un hito que debilitó el comunismo en la región. Su firma, con un bolígrafo gigante con la imagen del papa Juan Pablo II, selló los acuerdos que marcaron el inicio de una nueva era.

Fundador del sindicato Solidaridad, el primer sindicato independiente en los países del bloque soviético, Walesa fue encarcelado durante la ley marcial. Sin embargo, su lucha anticomunista fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1983. A pesar de las adversidades, contribuyó significativamente a la caída del Muro de Berlín y al debilitamiento del comunismo.

Walesa, posteriormente elegido presidente de Polonia en 1990, lideró la transición del país hacia el capitalismo. Aunque inicialmente contó con un fuerte respaldo, su mandato se vio empañado por medidas impopulares, como el cierre de empresas estatales y ajustes económicos, que disminuyeron su popularidad.

Sin embargo, sus recientes declaraciones homófobas y los también recientes informes que lo señalan como un posible espía comunista, algo que él vehementemente niega, calificando los documentos como falsos, han desencadenado un debate sobre su verdadero legado.