No es solo pan y carne
La hamburguesa: más que comida rápida, un reflejo de cómo es el mundo en la actualidad
La otra cara Es la comida rápida más famosa del mundo, pero también una herramienta para entender la economía, la política internacional, los cambios sociales y hasta los dilemas del medio ambiente en plena crisis climática.

¿Sabías que con todas las hamburguesas que se consumen cada año en el mundo podríamos ir y volver a la Luna 14 veces? O dar 274 vueltas a la Tierra. Solo mientras lees esto, ya se han comido más de 117.000 hamburguesas en el planeta. Una cifra increíble para un alimento que empezó su historia en Hamburgo, Alemania, aunque se popularizó en Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, para evitar darle fama a Alemania, en EEUU la llamaron "filete de la libertad". Hoy en día, los estadounidenses comen una media de cuatro hamburguesas por persona a la semana. Famosos como David Beckham y Salma Hayek las han anunciado, presidentes como Barack Obama las disfrutan, e incluso existe un perfume llamado 'Flame Grilled' que huele a hamburguesa asada a la brasa.
En España, un tercio de la comida rápida que se consume son hamburguesas, y este sector genera alrededor de 40.000 empleos, es decir, también es negocio.
La hamburguesa, más que comida rápida
La hamburguesa también refleja las complejas conexiones económicas del mundo. Por ejemplo, la mayoría de la carne de res que se consume en Estados Unidos proviene de Brasil. Cuando se aplican aranceles a estas importaciones, la carne sube de precio, afectando a consumidores estadounidenses y a los productores brasileños. Además, en la guerra comercial entre EEUU y China, la demanda china por la carne brasileña juega un papel clave en esta cadena global.
En política, la hamburguesa ha protagonizado polémicas inesperadas. Tras el ataque del 7 de octubre, el dueño de las tiendas McDonald's en Israel regaló hamburguesas a soldados israelíes, lo que provocó un boicot en países árabes. Para calmar la crisis, la empresa tuvo que comprar sus 225 establecimientos en Israel, demostrando cómo un simple alimento puede convertirse en foco de tensiones internacionales.
En términos sociales, la hamburguesa es un símbolo de la globalización y el capitalismo. Se popularizó por ser un alimento barato, rápido y accesible, especialmente para los obreros, y hoy sigue siendo un pilar en las ciudades de todo el mundo. Además, detrás de las hamburguesas ultraprocesadas hay una gran cantidad de ciencia: desde tecnologías para conservarlas y darles sabor, hasta el desarrollo de alternativas veganas que buscan un futuro más sostenible.
Por último, está el impacto ambiental. Una hamburguesa puede generar hasta tres kilos de dióxido de carbono y requiere alrededor de 1.700 litros de agua para su producción, convirtiéndola en uno de los alimentos más contaminantes. Por eso, también es un símbolo de los debates actuales sobre el cambio climático y la sostenibilidad.
Así que la próxima vez que te comas una hamburguesa, recuerda: estás mordiendo mucho más que carne y pan. Estás mordiendo un pedazo del mundo, con toda su historia, problemas y desafíos.