El PP se ha sumado estos días al 'efecto Junts', una situación con la que el PSOE lleva ya meses lidiando y que fuerza a ambos partidos a una gimnasia dialéctica de afirmaciones y contradicciones. Un efecto que ha alcanzado incluso a la judicatura, que evidencia una división palpable: mientras unos ven terrorismo en la actuación de Carles Puigdemont, otros discrepan abiertamente. Y es que el hecho de que la llave de la gobernabilidad recayera en manos de la formación independentista ha trastocado los planes de todos.

El inicio del 'efecto Junts' se remonta a la noche electoral del 23 de julio, que dejaba un paisaje de celebraciones fragmentadas: alegría en el PP por liderar los resultados, satisfacción en el PSOE al ver que las derechas no sumaban y una sonrisa en Junts, consciente de que todos dependían de ellos. "Esta es una oportunidad", avanzaba ya entonces la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras.

Una oportunidad que pasaba por la amnistía y es aquí donde empieza el embrollo. Así, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que mantuvo el 'no' a esta exigencia del independentismo hasta las elecciones, pasaba a defenderla. Las negociaciones entre socialistas y Junts incluso se materializaron en la fotografía del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y Puigdemont en Bélgica.

Las cosas se complicaron aún más cuando el juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, relacionó por primera vez al expresidente catalán con los actos de Tsunami Democràtic que el magistrado consideraba "terrorismo", y señalando que con el 'procés' pudo haber un muerto. Ante esto, el PSOE volvía a moverse y desaparecía la línea roja de la amnistía al terrorismo con sentencia firme.

Entretanto, el lío se trasladaba a la judicatura: García-Castellón mantiene la acusación de terrorismo, el fiscal del Tribunal Supremo Álvaro Redondo no lo ve y se abre la batalla, hasta que la Junta de Fiscales acaba llevando la contraria a Redondo, con 12 de sus 15 miembros viendo terrorismo. Sin embargo, acabará decidiendo la número dos de la Fiscalía del Alto Tribunal.

Mientras el PSOE se veía forzado a reevaluar sus posturas, el Partido Popular lo veía todo desde fuera y mantenía una línea dura contra la amnistía y agitando las calles, hasta que llega la amenaza velada de Puigdemont: "Todo se sabrá". Es entonces cuando el PP hace público que estudiaron un indulto con condiciones para Puigdemont. A los 'populares' también les hacía falta Junts para gobernar y no descartaron esa posibilidad tan rápido como parecía.