El expresidente Aznar está preocupado por la desaparición de la meritocracia en España. Lo insinuó en un acto de campaña. Discursos como el de Aznar que defienden la meritocracia parten de dos premisas: que cuando nacemos todos tenemos las mismas oportunidades para escalar socialmente y que si nos esforzamos, tendremos éxito.

Varios estudios universitarios han demostrado que la meritocracia son, básicamente, los padres. Porque en esa carrera no todos partimos desde la misma posición. Es fundamental dónde hemos nacido, quiénes son nuestros padres, qué educación tuvieron ellos o cuál es su trabajo. El poder adquisitivo de nuestra familia limita nuestras posibilidades de prosperar.

Subir en el escalafón social no es solo una cuestión de talento o esfuerzo. Hay hasta una tesis premiadísima de un investigador español que lo demuestra. El análisis de Carlos Gil Hernández reveló por qué los de arriba casi nunca bajan y los que están abajo tienen muy complicado subir.

Hay más datos que lo confirman. Según un estudio de 2016, el 74% de los ricos en España no lo son ni por su trabajo, ni por su esfuerzo, su talento o sus méritos. Son ricos porque lo han heredado de sus familias y solo el 15% de los ricos españoles consiguieron serlo por sí mismos. El ascensor social no funciona bien. Los de arriba casi nunca bajan y arriba no hay sitio para más.