Viñetas conta la censura

Del hambre de 'Carpanta' al silencio roto por 'Paracuellos': así usaron los cómics el humor y el dolor para retratar el franquismo

¿Por qué es importante? Las viñetas no solo hicieron reír: también denunciaron, incomodaron y recordaron. Hoy, obras como 'Paracuellos', 'Carpanta' o 'La Codorniz' son testimonio gráfico de una España que sobrevivía a base de miedo, miseria y resignación.

Del hambre de 'Carpanta' al silencio roto por 'Paracuellos': así usaron los cómics el humor y el dolor para retratar el franquismo

Fue el comic que nadie quería publicar. Incomodaba. Demasiado duro, demasiado real. Hoy, medio siglo después de su primera aparición, el cómic 'Paracuellos' vuelve a las librerías en una edición conmemorativa que reúne todos los volúmenes creados por Carlos Giménez. Es la primera vez que se publica de forma íntegra esta obra que se ha convertido en la gran crónica gráfica de la infancia rota por la posguerra franquista.

'Paracuellos' no es ficción. Es memoria. Son historias reales vividas por el propio autor durante su infancia en los hogares de Auxilio Social, centros donde el régimen alojaba a miles de niños bajo la tutela de la Falange. Ahí creció Giménez, y de ahí nacen estas páginas: durísimas, estremecedoras, llenas de violencia, disciplina extrema, hambre y miedo. Historias de niños humillados, castigados, educados en el miedo y adoctrinados con consignas patrióticas mientras soñaban con un plato caliente.

Esta reedición, magnífica en su presentación, no solo recupera la obra cumbre de Giménez: la consagra como una pieza fundamental para entender la represión social del franquismo. Una obra, valiente, profundamente humana, que puso imágenes al dolor infantil de una época en la que ni siquiera se podría hablar de él. Giménez logró lo impensable: retratar la miseria del régimen cuando todavía vivíamos en él.

El humor como espejo del hambre

"Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan", proclamaba la propaganda del régimen en los años más oscuros de la posguerra. Y quien se atrevía a contestarle, aunque fuera entre líneas, fue 'Carpanta', el personaje creado por Escobar que vivía debajo de un puente y pasaba sus días intentando saciar el hambre. Era un cómic para niños, pero los niños sabían leer entre viñetas: si Carpanta pasaba hambre, es que algo no cuadraba en ese paraíso que les prometían.

'Carpanta' frente a la propaganda franquista'Carpanta' frente a la propaganda franquistaCómic 'Carpanta'

Para los adultos, el refugio satírico era 'La Codorniz', "la revista más audaz para el lector más inteligente". Durante décadas fue el principal reducto del humor gráfico en España. Desde una supuesta lealtad al orden establecido, se permitía dibujar al poder con chaqué y barriga, mientras el pueblo aparecía delgado, desdentado y resignado. Era un juego peligroso, de insinuaciones y doble sentido, donde brillaron autores como Miguel Gila, que retrataba a tullidos de guerra y a un ejército torpe, tragicómico, como salido de una pesadilla absurda.

'La Codorniz' caricaturiza a los poderosos'La Codorniz' caricaturiza a los poderososRevista 'La Codorniz'

Con el paso del tiempo, 'La Codorniz' fue envejeciendo. En los años 70, nuevas publicaciones comenzaron a tomar el relevo con un lenguaje más directo, más punzante. 'Hermano Lobo', por ejemplo, ya no insinuaba: señalaba. En sus portadas y viñetas no había lugar para eufemismos, aunque siempre desde el humor. Era otra forma de resistencia, otra forma de contar lo que no se podía decir en voz alta.

Lo directo de 'Hermano Lobo'Lo directo de 'Hermano Lobo'Revista 'Hermano Lobo'

'Paracuellos', 'Carpanta', 'La Codorniz', 'Hermano Lobo'… son más que nombres en la historia del cómic español. Son ventanas abiertas a una realidad que durante décadas se intentó tapar. Viñetas que contaron la verdad cuando la verdad estaba censurada. Y ahora, con esta edición integral de 'Paracuellos', esa memoria vuelve a nuestras manos. Para que no se olvide. Para que se lea. Para que se mire de frente.