Hace 40 años se deshumanizaban a personas con síndrome de Down y este martes la Constitución se reformará para reemplazar el término "disminuido". Las etiquetas importan porque decir "personas con discapacidad" destaca a la persona y desafía la idea de víctima o enfermo. La reforma constitucional, necesaria desde hace tiempo, resalta el valor de poner a la persona antes que la discapacidad, marcando un hito en la evolución de la percepción social de este colectivo.

El lenguaje evoluciona, pero no siempre en la dirección correcta. Términos como "capacidades especiales" o "diversidad funcional" resultan inconsistentes y rechazados. La comunidad internacional abraza "personas con discapacidad" como la expresión inclusiva que reconoce las diferencias sin menospreciar ni infantilizar.

En el ámbito visual y auditivo, la clave está en la persona. Decir "personas con ceguera" o "personas sordas" subraya la importancia de la identidad individual sobre la condición. La evolución del lenguaje busca respetar y empoderar, rechazando términos que definan a alguien únicamente por su discapacidad.

El respeto no tiene fronteras. Abordar cuestiones de raza y migración implica utilizar términos precisos y no ofensivos. "Personas migrantes" es la elección correcta, y en la comunidad negra, se prefiere "persona negra" o "racializada". El lenguaje inclusivo es una herramienta poderosa para construir un mundo donde la diversidad sea celebrada, no estigmatizada.