Cada zona, su fiesta
Calabazas, buñuelos y castañas: así celebra España la noche de los muertos que todos llaman Halloween
La otra cara De Galicia a Canarias, cada provincia celebra la noche de los muertos a su manera: buñuelos, castañas, panellets, fogassa… cada dulce tiene su historia y cada nombre su tradición. Pero Halloween llega con calabazas, disfraces, fiestas... todo muy made in USA.

La Casablanca está llena de calabazas. Sí, Halloween ha llegado y, según los empresarios del ocio nocturno, España facturará entre hoy y mañana 153 millones de euros, un 2% más que el año pasado. Para ellos, esta es la segunda noche más importante del año, con 20.000 contrataciones temporales y un 7% más de reservas en restaurantes. Pero, seamos sinceros… ¿España celebra Halloween o algo completamente distinto?
La verdad es que lo que hoy conocemos como Halloween tiene raíces que nos suenan más a nosotros: Samaín, Chaquetía, Gau Beltza… tradiciones que celebraban la noche de los muertos mucho antes de que los estadounidenses la popularizaran.
Por ejemplo, en Extremadura los niños recorrían las calles pidiendo castañas, igual que en Canarias durante la Noche de los Finaos. Galicia tiene su Samaín, Castilla y León su Magosto, Asturias su Amagüestu, Extremadura su Chaquetía, País Vasco su Gau Beltza, Canarias la Noche de los Finaos y Cataluña la Castañada. Distintos nombres, distintas costumbres, pero un mismo origen: recordar a los difuntos y acompañar sus ánimas en su "vuelta".
Y claro, las castañas no podían faltar. Pero no solo eso: los buñuelos de viento recordaban la ligereza de las almas, los huesos de santo evocaban los restos de los difuntos, y en Cataluña, Valencia, Baleares o Jaén hay dulces y preparaciones que siguen ese mismo simbolismo: panellets, fogassa, rosaris encrusats o gachas protectoras. Y siempre, siempre, la calabaza, el boniato y la batata, los frutos de la temporada que acompañan cada celebración.
Entonces, ¿por qué triunfa Halloween? Porque lo marca la principal potencia cultural del mundo. Y como otras grandes influencias a lo largo de la historia –el Imperio Romano, el Imperio Español o la Iglesia– su llegada puede parecer invasiva, pero también tiene un efecto curioso: revivir tradiciones locales. Muchas costumbres que estaban olvidadas ahora se rescatan, se redescubren y se celebran junto a las nuevas modas.
Al final, estas noches de muertos se viven entre lo antiguo y lo moderno. Entre castañas y calabazas, entre buñuelos y disfraces, entre Samaín y Halloween. Cada región tiene su forma de recordar a los que ya no están, y aunque el mundo cambie, el fondo sigue siendo el mismo: honrar a las almas y disfrutar de la noche mientras se comparte comida, historias y memoria.
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