Las normas sagradas de la minería
12 años de lucha sin justicia de Manuel y Toñi que perdieron a su hijo en la mina de Ciñera: "No fue un accidente, fue un crimen"
¿Por qué es importante? El 28 de octubre de 2013 la vida de este municipio leonés que pertenece al municipio de La Pola de Gordón cambió drásticamente. Ahora, lucha por no desvanecerse entre el olvido y la despoblación.

En un lugar de León, de cuyo nombre casi nadie quiere acordarse, la vida de Manuel y Toñi cambió para siempre el 28 de octubre de 2013. En concreto, a unos 35 kilómetros de la ciudad, por la Nacional 630 en dirección a Oviedo, tras atravesar varias localidades y zonas de montaña, se toma un desvío a la derecha que lleva directamente a Ciñera, una pequeña localidad del municipio de La Pola de Gordón.
En menos de 800 habitantes se resume la vida de Ciñera, un lugar que fue corazón minero durante décadas y que hoy lucha por no desvanecerse entre el olvido y la despoblación. Casas bajas, una plaza silenciosa y un mural en honor a los caídos que no deja a nadie indiferente. Manuel Moure conoce bien esa vida. Trabajó más de veinte años agarrado al martillo, como lo hizo su padre y como lo haría más tarde su hijo: "Iba de generación en generación y ya está, era lo que había. No había más", resalta.
Y de generación en generación y ya está, acabó otra generación Moure más dentro de la mina. Cuando su hijo decidió seguir sus pasos, Manuel aceptó la decisión. La reconversión fallida de la minería española daba poco margen a otro oficio. Era o la mina, o irse a la ciudad. De hecho, Manuel hijo, iba cada día al pozo con ánimo, sin dramatismos. Según recuerda su padre, "era feliz, y, además, nunca se quejaba, nunca, hombre, se quejaba de si no había material, si no había mascarilla, y, en fin, las quejas normales. Pero iba feliz a la mina".
Esa rutina se quebró el 28 de octubre de 2013. Aquel día, una explosión de una bolsa de grisú durante la jornada laboral provocó la muerte de seis trabajadores, entre los cuales se encontraba Manuel. Una tragedia respecto a la que Manuel padre está convencido pudo haberse evitado. Tanto que en declaraciones a laSexta Columna subraya que a sus ojos "fue un crimen".
Habla con la autoridad que da el conocimiento del oficio y con la certeza de quien ha pasado media vida en el mismo entorno en el que trabajaba su hijo. Está convencido de que esa tragedia en la que perdió a su hijo no fue un accidente, sino el resultado de una negligencia. Su juicio no nace del dolor, sino de la experiencia.
Y es que conoce los procedimientos de seguridad, las rutinas diarias y los riesgos que se asumen en cada turno. "Yo quedé enterrado en el lodo, en el lodo, hasta arriba, no dije nada porque son gajes de mi oficio. Hay una norma sagrada, que dice, si hay hueco, si hay bóveda, no se puede echar carbón. Echaban carbón cada día", explica.
Desde entonces, la familia vive a la espera de justicia. Han pasado doce años desde aquel día, y el proceso judicial sigue sin resolución definitiva. A pesar de pelear más de una década, los padres de Manuel no van a abandonar, saben que, sin ellos, nadie luchará por defender la memoria de su hijo: En este sentido, insiste en que "si muero si se acaba, pero para eso tengo que morirme, si no, no van a tener ahí de frente. Pero ahora me deben la vida de mi hijo, porque no fue un accidente".
Toñi, la madre de Manuel, no oculta su cansancio y su frustración. Al final del camino, solo espera un gesto de humanidad por parte del sistema judicial. "Ahora la señora juez que ha sido madre, pues quiero apelar a que se ponga un poco la mano en el corazón y piensen lo que estamos pasando, estoy pasando, yo hablo por mí, lo que estamos pasando los padres. Y yo, como madre, ya doce años, y dos años y pico ya esperando la sentencia, y no hay manera que nos la dé".
Ahora, Ciñera ya no es lo que fue. La mina, que durante años había sido sinónimo de trabajo y esfuerzo, pasó a representar también el dolor y la pérdida. Para Manuel y Toñi, la historia no termina. Su lucha por la memoria de su hijo y por una sentencia que haga justicia sigue en pie. Y con ella, la esperanza de que lo ocurrido no quede, simplemente, en el olvido.
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