Misterio resuelto

Dolores, la portera que guardó un Picasso pensando que era un paquete de Amazon, pide un abrazo del Rey: "Somos gente de bien"

Los detalles Dolores aún recuerda emocionada un titular que le dolió mucho: "la vecina que robó un Picasso sin querer" y defiende que han dedicado toda su vida a trabajar y que no quiere que la recuerden por este incidente.

Dolores, la portera que guardó un Picasso pensando que era un paquete de Amazon, pide un abrazo del Rey: "Somos gente de bien"
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Dolores ya no quiere hablar. Un Picasso le ha cambiado la vida. Su miedo es que se conozca su nombre completo y que en Perú alguien pueda llegar a pensar que tuvo algo que ver en el robo de un cuadro.

"Yo encontré el paquete apoyado en la puerta. Pensé que era de Amazon o algo así, pero yo no me meto en eso. Lo traje a la portería y lo puse aquí", relata a El País. Y así comenzó su pesadilla. Lo que había guardado pensando que era un paquete para un vecino era en realidad un pequeño Picasso, del tamaño de una cuartilla. Un gouache que está considerado como uno de los primeros exponentes del cubismo y que estaba asegurado en 600.000 euros.

Una empresa de transportes tenía que recogerlo en un inmueble de la avenida Pío XII de Madrid, junto con otras obras de arte, y trasladarlas todas a un almacén, desde donde partirían al día siguiente hacia Granada para participar en una exposición.

Pero 'Naturaleza muerta con guitarra' quedó olvidado en el portal. Y solo. Aunque por poco tiempo, porque Dolores vio el paquete y pensando que sería algún pedido de un vecino, se lo llevó a su portería.

No lo abrió y lo dejó arrinconado en la vivienda. Pasaron los días y el Picasso seguía en el olvido. Dolores y su marido Armando seguían con su vida, combinando la portería del edificio con la gestión de un quiosco de prensa cercano, ajenos a que eran los protagonistas de un famoso misterio.

Unos días después, una vecina le comentó a Armando el disgustó que tenía. "Se perdió un paquete", le explicó. Al llegar a casa, Armando se lo contó a Dolores y ésta recordó entonces ese pequeño paquete envuelto en papel de burbuja que nadie le había reclamado. Dolores avisó entonces a la vecina con la que había hablado su marido.

Y a partir de ahí comenzaron las peores horas del matrimonio. Tres policías llamaron a su puerta. "Separaron a mi marido para que no pudiéramos hablar. Luego se lo llevaron a la comisaría de Canillas", relata Dolores a El País. Por la casa de Dolores pasaron agentes y brigadas Científicas y de Patrimonio con sus mascarillas y trajes blancos de protección forense que tomaron fotos de todo y la sometieron a varias horas de interrogatorio.

"La policía me sentó en la mesa y durante tres horas me preguntaban cómo había llegado el cuadro a mi casa, cómo lo encontré, qué hice con él, de mi trabajo. Y yo les repetía una y otra vez lo mismo: yo entraba de la calle cuando vi un paquete apoyado en la verja. Entonces pensé que era de un vecino y lo llevé a la portería. No venía ningún nombre y ahí lo puse. Pensé que era un espejo", detalla Dolores al citado medio. "Me había olvidado por completo del paquete, ni sabía lo que contenía", añade. "Ahora ya sé quién es Picasso", bromea Dolores ante los micros de laSexta.

Pero la mala suerte hizo que los agentes estuvieran más nerviosos de lo normal. El 19 de octubre varios ladrones se había llevado a plena luz del día y sin levantar sospechas valiosísimas joyas del Louvre. Algo que había hecho pensar a los agentes que quizás ambos robos podían tener relación. Así, Dolores se encontró ante preguntas sobre París, joyas robadas y el museo francés. Y a ello se añade la reciente muerte de la madre de Dolores, que reconoce que "tenía la cabeza ida y no sabía ni dónde estaba, y menos me acordaba del paquete ese".

Mientras, en la comisaría de Canillas, Armando se encontraba, según relata, con un poli bueno y un poli malo. "¿Cuándo vio el paquete?, ¿Qué le dijo la vecina?, ¿de dónde venía?, ¿Qué ha hecho estos días?, ¿Cómo se lo dijo a su mujer…?", le interrogaban. "De vez en cuando me preguntaban, ¿y te gusta el fútbol?" Y yo decía: ‘oiga, señor… que soy del Real Madrid", recuerda.

Ahora, con el caso resuelto, Dolores aún recuerda emocionada un titular que le dolió mucho: "la vecina que robó un Picasso sin querer". "Ya no recojo ni un paquete de nadie, así vaya a explotar", asegura tras una vida dedicada a trabajar.

"Nosotros somos gente honrada que no hemos hecho otra cosa que trabajar. ¿Sabe?, tengo la tensión por las nubes", cuenta Dolores pidiendo un poco de cariño. "Echábamos de menos que alguien nos preguntara cómo estamos. No digo que me den nada, pero al menos un abrazo del Rey para que reconozcan que somos gente de bien sería suficiente", confiesa.

Dolores, de 69 años, y Armando, de 71, siguen levantándose todos los días a las 5.30 de la mañana para vender la prensa en su barrio. Ahora ya no leen titulares en los que son protagonistas, pero temen que algún vecino se haya quedado con la duda de que por ser emigrantes tuvieran relación con el robo de un Picasso.

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