La llegada del AVE
Así es como el sabotaje a la red ferroviaria destapa la vulnerabilidad de una infraestructura estratégica para España
El contexto El ataque paralizó miles de desplazamientos en pleno puente de mayo y Feria de Abril, demostrando cómo un solo punto débil puede colapsar una red clave para la movilidad y la actividad económica del país.

El corte de cables en el sistema ferroviario, que dejó a miles de pasajeros varados en plena operación del puente de mayo y la Feria de Abril, ha sido calificado como un acto de sabotaje altamente planificado.
Según fuentes cercanas a la investigación, el responsable había estudiado meticulosamente la zona y utilizó pistas forestales, accediendo por puntos sin vigilancia. Sabía exactamente qué cable cortar sin riesgo de electrocutarse y conocía la función crítica de estos cables: garantizar la seguridad al alertar sobre la viabilidad de la vía.
El valor de los cables, unos 300 euros, según el Ministerio de Transportes, parece irrisorio en comparación con las consecuencias del sabotaje, que dejó a miles de personas afectadas.
Lo que comenzó como un robo simple, se transformó en un caos logístico durante uno de los días de mayor afluencia en el transporte ferroviario. Los pasajeros fueron testigos de la incapacidad de un sistema de transporte clave para la conectividad y la economía del país.
Este incidente subraya la vulnerabilidad de una infraestructura estratégica para España, cuya red ferroviaria, especialmente la de alta velocidad, ha crecido de forma imparable desde los años 90.
Desde la inauguración de la primera línea de alta velocidad en 1992, entre Madrid y Sevilla, el sistema ferroviario se ha expandido de 500 km a casi 3.500 km, beneficiando a dos tercios de la población. Hoy, la alta velocidad se ha consolidado como el principal medio de transporte público para trayectos de larga distancia.
La liberalización del sector a principios de siglo y la competencia de tres nuevas empresas privadas han disparado la oferta de plazas, trenes y beneficios. Sin embargo, este crecimiento también ha incrementado los riesgos, y actos como el reciente sabotaje evidencian las posibles amenazas a la infraestructura crítica del país.
Con casi 12.000 km de red ferroviaria y 1.500 estaciones, el sistema no solo es vital para la economía, sino también para la movilidad y el intercambio de mercancías y personas.
La caída de este sistema por la acción de un pequeño grupo o individuo es un recordatorio de la importancia de proteger las infraestructuras clave para garantizar la estabilidad de los servicios esenciales y la seguridad de los ciudadanos.
Las autoridades investigan los hechos y aseguran que las consecuencias penales del sabotaje, que podrían incluir años de prisión, serán severas, dada la magnitud del daño causado.