Todos visitan Pekín
España y China más cerca que nunca: un puente que une diplomacia, comercio y viajes oficiales
El contexto Antes las visitas de España a China eran algo raro, casi anecdótico, pero ahora Sánchez y Albares quieren que sea algo constante: reuniones periódicas, un comité que supervise la relación, una nueva embajada en camino y hasta un puente diplomático que mantenga España presente en el país asiático todo el año.

España y China se están viendo más que nunca. Tanto, que la foto de este miércoles del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, junto a uno de los hombres más poderosos del Partido Comunista Chino —miembro del Comité Permanente del Politburó, el llamado 'club de los 7'— parece más que un gesto diplomático: es la foto de un puente cada vez más sólido entre ambos países.
El puente aéreo España-China está a pleno rendimiento. Albares se encuentra en su tercera visita oficial en apenas dos años, el presidente Sánchez ya ha viajado a China en tres ocasiones, y en pocas semanas los reyes harán un viaje oficial tras 17 años sin visitas de Estado. Lo que antes eran encuentros puntuales y casi anecdóticos, hoy se está convirtiendo en una relación constante y estratégica.
Expertos como Mario Esteban, del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid, destacan que el presidente Sánchez quiere que España no sea solo un visitante ocasional en China, sino un socio con presencia permanente. Por eso se ha creado un comité que supervise la relación bilateral, por eso se proyecta una nueva embajada y por eso los encuentros se multiplican.
El quid económico
La conexión también tiene un objetivo claro: dinero. España compra a China 45.174 millones de euros al año y vende solo 7.467 millones. La inversión china en España llega a 131,39 millones, mientras que España invierte en China 91,52 millones. La idea es sencilla: vender más, atraer inversión, y equilibrar la balanza comercial.

No somos los únicos mirando a China
España no es la única que pisa fuerte. Esta semana China también ha recibido a representantes de Francia y Suecia, y el ministro con el que Albares se ha reunido ha estado este otoño recorriendo Polonia, Eslovenia, Austria, Suiza e Italia. Todos buscan fortalecer lazos con la segunda economía del mundo.
¿Y Trump? ¿Tiene algo que ver?
¿Y Trump? ¿Tiene algo que ver todo esto?
No, al menos no directamente. Las primeras visitas de Sánchez a China fueron antes del regreso de Donald Trump, y las últimas ya estaban cerradas antes de que el presidente estadounidense agitara el tablero con sus amenazas de aranceles.
¿Puede influir la tensión comercial con Estados Unidos? Puede. Pero no se trata de una maniobra improvisada. Los flujos comerciales no se cambian de la noche a la mañana ni se conquista un nuevo mercado de un día para otro. Y con China, además, hay que ir con cuidado: es fácil que acabe exportando mucho más de lo que importa, como asegura Vicente Pallardó, experto en gestión comercial del Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Valencia.
Por eso el Gobierno quiere que la relación no se quede solo en el comercio. Que la inversión venga acompañada de conocimiento, de tecnología, de colaboración real. En definitiva, que el puente España-China sea algo más que una foto. Que sea una conexión constante, estratégica y, sobre todo, equilibrada.
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