Los animales sufren de una forma muy directa los efectos de la oruga procesionaria. En Equipo de Investigación, hablamos con el dueño de un perro al que le tuvieron que amputar la lengua tras estar en contacto con la oruga.

"Se le inflamó toda la boca, el hocico y se le necrosó la mayor parte de la lengua", explica el dueño, como puede verse en el vídeo. Nos cuenta también que su mascota estuvo varios días ingresado tras este episodio.

Este mismo dueño afirma que el perro de un amigo suyo murió hace dos años tras entrar en contacto con otra oruga procesionaria.