El último pesticida prohibido desde Europa por sus efectos nocivos para la salud ha puesto en jaque a los agricultores de Xinzo de Limia, Orense, donde se produce el 90% de la patata gallega. Prácticamente toda la población vive de este cultivo.

En este vídeo, un agricultor muestra las consecuencias de no poder echar clorprofam a sus patatas. "Le salen brotes. Una patata no puede ir así a un supermercado porque si una ama de casa va y ve así las patatas, no las va a comprar", lamenta.

Los pequeños agricultores temen que la prohibición del químico ponga en riesgo la supervivencia de la patata gallega. "No hay ninguna duda de que la cafeína y el alcohol son tóxicos, de que el bacon es cancerígeno grupo 1, los chorizos... y podemos repetir así toda una lista de alimentos. ¿Por qué en unos productos se pone tanto la lupa y en otros no? Llega un momento en que es todo burocracia, que es todo ecología y hay que pensar que al final tenemos que comer", manifiesta otro agricultor gallego.