Los familiares de las residencias de ancianos se esfuerzan en dar voz a los suyos porque, para ellos, es muy difícil explicar lo que ocurre dentro de estos centros. Para conocer más sobre esta realidad, Andrea Ropero entrevista en El Intermedio a Tomás Plaza, quien lleva 11 meses viviendo en una residencia de ancianos junto a su mujer. El hombre decidió dejar su casa e ir al centro cuando fue incapaz de asistir a todos los problemas de su mujer: "Le cambiaba todo y se me hacía imposible, no llegaba a tanto y no podía más".
"Con mis hijos decidimos que nos teníamos que ir a una residencia", cuenta Plaza, que explica que pensaba que "una residencia de ancianos era para personas que habían trabajando toda la vida cotizando, que yo llevo cotizando desde los 13 años, y que iba a ser nuestro paraíso final". "Que no se equivoque nadie, sabemos que venimos aquí a morir, entonces, qué tristeza ver que no vienes a morir sino a que te maltraten constantemente porque no hay personal que te cuide ni te dan de comer", afirma rotundo Tomás Plaza.
Además, el hombre relata lo que les dan de comer: "No es ni comida, es todo enlatado, no hay ni una cosa fresca". "Lo que más me duele es lo que sufre mi mujer, que no puede defenderse", afirma Tomás Plaza, que explica que él siempre intenta llevarle cosas para que coma. "Joder, no tenéis ni idea, coño", cuenta Tomás Plaza, que se derrumba al acordarse de la situación de su mujer en la residencia: "Esto es así y esto me jode (emocionarse) porque luego parece que soy ñoño, pero no lo soy nada". Puedes ver la entrevista completa, en la que cuenta la malas condiciones en las que viven en la residencia, sobre todo su mujer, que no se vale por sí misma, en el vídeo principal de esta noticia.
Paul Atkins
Guillermo Fesser, sobre el magnate de las criptomonedas que ha fichado Trump: "Ha elegido a un zorro para vigilar el gallinero"
El corresponsal explica a que Paul Atkins ya había sido con Bush hijo el presidente de la SEC pero, lo novedoso, es que actualmente es un defensor de las criptomonedas, "el último negocio de los Trump", apunta Fesser.