Belén Hinojar y Carmen Huidobro exponen el movimiento Flygskam, una iniciativa sueca en la que avergüenzan a las personas que cogen muchos vuelos para que viajen menos en avión y así evitar las emisiones de CO2. A pesar de lo interesante de la iniciativa, a las activistas les chirría: "Siempre es mejor ir en tren que en avión, si puedes, porque claro, muchas veces no puedes porque el billete cuesta 200 euros y uno de avión cuesta 20".

Que volar salga mucho más barato que ir en tren no tiene mucho sentido. Esto se debe a que no se aplican ni IVA ni tasas al queroseno, "que es un líquido que contamina un montón pero que sale muy baratito". No solo se le perdona dinero al combustible, también se invierte mucho en los aeropuertos. "De hecho, Pedro Sánchez ha anunciado una inversión de 2.400 millones para ampliar el Aeropuerto de Barajas", exponen.

"¿Hace poco no habíamos quedado que íbamos a hacer como en Francia e íbamos a prohibir los vuelos nacionales si se podían sustituir por un viaje en tren de menos de dos horas y media?", reprochan las activistas. "¿Cómo van a hacer compatible uno de los mayores aeropuertos de Europa con que España reduzca así un 46% las emisiones de transporte en 2030?", se preguntan.

Climabar sugiere copiar tres propuestas de los franceses: "Lo primero sería limitar el uso de los jets privados, lo segundo poner un impuesto al queroseno y, por último, prohibir los vuelos nacionales entre destinos conectados por un tren de menos de dos horas y media".